No han empezado las campañas y las percepciones registradas por las casas encuestadoras se hacen noticia. No conocemos las propuestas legislativas y ya están los sondeos. La virtualidad es componente inseparable de la noticia que irá moldeando las percepciones. Todo esto en el supuesto de una ciudadanía plena, es decir no corporativizada o influida por las corporaciones.
Encuestas a parte, los partidos ofrecen a los electores identidades que le concedan la confianza de su voto.
El Partido Acción Nacional, cuando era opositor testimonial, ofrecía una identidad sustentada en la vigencia del estado de derecho, por el reconocimiento del sufragio efectivo y la realización de la equidad en la disputa electoral. Con Carlos Salinas encontraron un sentido redituable de la negociación, les abrió las puertas a la máxima dimensión de la política: el poder. Ernesto Zedillo fue más lejos, les entregó la silla presidencial. Del año dos mil a la fecha, Acción Nacional es el partido gobernante. Por su actuación no le preocupa desarrollarse como un partido de masas. Desde el poder su identidad se ha expresado pragmáticamente en su culto a dios y su culto al dinero. Así como los narcotraficantes, lo que no precisamente lleva a afirmar que el panismo en su conjunto esté identificado con el narcotráfico. En el PAN conviven los nuevos fariseos que, como los antiguos, pueden confundir el templo con el mercado. Han desarrollado su vocación de poder modificando el trípode de los gobiernos posrevolucionario – partido, constitución y presidencia de la república, según la célebre triada del hegeliano José López portillo. De esa fórmula queda la presidencia y se incorporan dos corporaciones: los empresarios y la iglesia. Es el corporativismo dominante, que junto los recursos presupuestales del Ejecutivo, se preparan para arrasar en las elecciones intermedias. Y lo pueden lograr. El trípode del poder modificado se ejerce. Funciona. ¿Por qué el gobierno no cita, en calidad de informantes, a los miembros de la Conferencia del Episcopado Mexicano? ¿Por qué el gobierno ha torcido la ley para defender al empresario Germán Larrea en agravio de los derechos de los trabajadores mineros de Cananea?
Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática, su actual dirigencia, parece abandonar la identificación partido-movimiento, con el pretexto de que ya no se les señale como violentos. No se sabe bien a bien que identidad ofrecen, si han decidido por abrir una época de colaboración. Una izquierda “metrosexual” que se separa de sus antecedentes y tampoco se sabe a dónde puede llegar. Por lo pronto han retomado el tema del narcotráfico que ha quedado sembrado para las campañas que vienen, la lista de los candidatos ha sido entregada a la PGR para que los investiguen. Mientras tanto, esto no quiere decir que la identidad anterior desaparezca. Pues si López Obrador permece en el PRD, la atracción del partido-movimiento seguirá vigente como fuente de identidad hacia los electores. El recorrido por todos los municipios del país que realiza el tabasqueño ayudará al PRD, por lo menos, a mantener su voto duro.
En el Partido Revolucionario Institucional no han encontrado la fórmula para poner de nuevo en circulación su identidad revolucionaria. Su pátina de partido de clase, de trabajadores del campo y la ciudad, parecida a la usanza de la socialdemocracia del siglo pasado, se ha erosionado por los vientos del neoliberalismo de las últimas décadas. A cambio, los priístas ofrecen la eficacia como el distintivo, el estandarte que identifique a los electores con el PRI. No es suficiente. Menos cuando tiene que cargar con el estigma de la corrupción que le recuerdan a diario desde el partido en el poder y que ahora se ha escalado como identificación con los narcotraficantes. El PRI tiene la doble tarea, de rearticularse con las causas sociales y contrarrestar los estigmas que le confieren identidad negativa, rechazo. Solo ya no puede conquistar una mayoría, está obligado a concertar una alianza opositora. A los priístas se les condenó por autoritarios, no por las instituciones que hoy siguen en pie pese a los esfuerzos por reducir a cero la actuación del Estado, a simple espectador de la ley de la oferta y la demanda.
Con todo, nos aproximamos a una contienda donde el tema del narcotráfico sacudirá no sólo a las campañas, también a prominentes miembros de la élite.
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Los panistas se indignan de que señalen como corrupto a Vicente Fox, el accidente del tren suburbano ocurrido el sábado pasado, tren que une la zona conurbada del Estado de México con el Distrito Federal, es el ejemplo de una obra que se concesionó mañosamente a pedido del Rey Juan Carlos de España, quien por teléfono solicitó al de Guanajuato le echará la mano a favor de la empresa española, según los consignó hace meses en El Universal Jacobo Zavludobsky. ¿Cuánto va a pagar Fox a los usuarios accidentados? ¿Reparará los daños?