“Mussolini comprendió que el
miedo puede más que la esperanza.”
Antonio Scurati
Estamos en el mes más virulento
de la epidemia del SARS-COV2 en México. Le quedan menos de 15 días al mes de
mayo, después comenzará el proceso de desconfinamiento escalonado de los sitios
geográficos más afectados por el virus, bajo la metáfora del semáforo y por
escenarios geográficos. Habrá tiempo después para descifrar los epicentros de
la epidemia: Cancún, Culiacán, Tijuana, Valle de México y Villahermosa.
Por lo pronto, el Homo œconomicus,
ese imaginario creado por el capitalismo anglosajón y que hoy tiene muchas
expresiones en el planeta, incluidas China y Rusia, está ansioso de explotar
recursos naturales, de movilizar a su antojo la mano de obra, de reactivar la
depredación moderna. Un régimen económico con más de doscientos años de
historia. Ese capitalismo anglosajón para el cual Keynes inventó la
macroeconomía, para civilizarlo y reducir sus crisis devastadoras. Esa
macroeconomía en su versión monetarista, sustentada desde una filosofía -la del
libre comercio- arranca día a día espacio a los límites de la naturaleza.
Ha sido un ente microscópico, un
fragmento de Ácido Ribonucleico para precisar, el que ha detenido por semanas
diversas actividades del Homo œconomicus. Lo que ha permitido apreciar lo
esencial frente a lo superfluo. Por lo pronto, ya se le prepara el terreno para
su reactivación haciendo un ensayo en los municipios sin afectación directa del
virus. Se anuncia la reactivación económica en las zonas más afectadas, a
partir del primero de junio. Ya veremos, conforme se integren actividades, cómo
se muestra la curva epidémica al uso masivo del transporte público, la
apertura de las plazas comerciales y el retorno del entretenimiento en espacios
públicos. Tal vez, para entonces, la mayoría de la población se encuentre
inmunizada, o se reduzca a las comorbilidades como la diabetes, el sobrepeso y
el tabaquismo.
El parón económico puede ayudar a
los economistas a corregir la deriva ptolomeica de la macroeconomía, a cambiar
el centro de su ocupación. No son la naturaleza y la humanidad las que giran
alrededor de las variables macroeconómicas. Son estas variables las que están
al servicio de la humanidad y la naturaleza. Una revolución copernicana sobre
el pensamiento económico.
Pasemos al capítulo de la
política, que también ha sido tocado de alguna manera por la epidemia. El
coronavirus, su propagación por el territorio nacional, ha abierto una rendija
desde la cual los desplazados del poder -democráticamente desplazados, cabe
aclarar- buscan jugar a las vencidas con el gobierno actual, de manera
específica a partir de la diseminación de noticias falsas con doble propósito:
desacreditar al gobierno y promover el miedo en la población. Uno de los
efectos del manipulo han sido los actos de violencia hacia el personal
sanitario y la deturpación de las directrices de salud enfocadas a contender la
epidemia.
Estas acciones disruptivas no son
cosa menor, aunque sean eventos aislados. Sobre todo, si se les observa desde
el contexto de una oposición moralmente derrotada, que se siente humillada por
la pérdida de privilegios o ventajas que le concedía el régimen anterior.
Porque no se les condonan impuestos, ora porque no se contratan sus servicios
de asesoría, o porque simplemente la aplicación de los recursos públicos se
destina a procurar el bienestar de la población.
Hay que estar atentos, el
fascismo puede tomar cuerpo. Se precisa en las actuales circunstancias
identificar dos de sus características, su propensión al uso de la violencia y
su rechazo a la adopción de medidas igualitarias. Sería ingenuo negar esa posibilidad,
hay actores que operan como catalizadores del fascismo. El necróforo Felipe
Calderón (el uso de la violencia) y los publicistas defensores de la
desigualdad. Inmunicemos a la sociedad, a los cuerpos del Estado, del virus
fascista, golpista.