martes, 19 de mayo de 2020

Fascistas al acecho

“Mussolini comprendió que el miedo puede más que la esperanza.”

Antonio Scurati

Estamos en el mes más virulento de la epidemia del SARS-COV2 en México. Le quedan menos de 15 días al mes de mayo, después comenzará el proceso de desconfinamiento escalonado de los sitios geográficos más afectados por el virus, bajo la metáfora del semáforo y por escenarios geográficos. Habrá tiempo después para descifrar los epicentros de la epidemia: Cancún, Culiacán, Tijuana, Valle de México y Villahermosa.

Por lo pronto, el Homo œconomicus, ese imaginario creado por el capitalismo anglosajón y que hoy tiene muchas expresiones en el planeta, incluidas China y Rusia, está ansioso de explotar recursos naturales, de movilizar a su antojo la mano de obra, de reactivar la depredación moderna. Un régimen económico con más de doscientos años de historia. Ese capitalismo anglosajón para el cual Keynes inventó la macroeconomía, para civilizarlo y reducir sus crisis devastadoras. Esa macroeconomía en su versión monetarista, sustentada desde una filosofía -la del libre comercio- arranca día a día espacio a los límites de la naturaleza.

Ha sido un ente microscópico, un fragmento de Ácido Ribonucleico para precisar, el que ha detenido por semanas diversas actividades del Homo œconomicus. Lo que ha permitido apreciar lo esencial frente a lo superfluo. Por lo pronto, ya se le prepara el terreno para su reactivación haciendo un ensayo en los municipios sin afectación directa del virus. Se anuncia la reactivación económica en las zonas más afectadas, a partir del primero de junio. Ya veremos, conforme se integren actividades, cómo se muestra la curva epidémica al uso masivo del transporte público, la apertura de las plazas comerciales y el retorno del entretenimiento en espacios públicos. Tal vez, para entonces, la mayoría de la población se encuentre inmunizada, o se reduzca a las comorbilidades como la diabetes, el sobrepeso y el tabaquismo.

El parón económico puede ayudar a los economistas a corregir la deriva ptolomeica de la macroeconomía, a cambiar el centro de su ocupación. No son la naturaleza y la humanidad las que giran alrededor de las variables macroeconómicas. Son estas variables las que están al servicio de la humanidad y la naturaleza. Una revolución copernicana sobre el pensamiento económico.

Pasemos al capítulo de la política, que también ha sido tocado de alguna manera por la epidemia. El coronavirus, su propagación por el territorio nacional, ha abierto una rendija desde la cual los desplazados del poder -democráticamente desplazados, cabe aclarar- buscan jugar a las vencidas con el gobierno actual, de manera específica a partir de la diseminación de noticias falsas con doble propósito: desacreditar al gobierno y promover el miedo en la población. Uno de los efectos del manipulo han sido los actos de violencia hacia el personal sanitario y la deturpación de las directrices de salud enfocadas a contender la epidemia.

Estas acciones disruptivas no son cosa menor, aunque sean eventos aislados. Sobre todo, si se les observa desde el contexto de una oposición moralmente derrotada, que se siente humillada por la pérdida de privilegios o ventajas que le concedía el régimen anterior. Porque no se les condonan impuestos, ora porque no se contratan sus servicios de asesoría, o porque simplemente la aplicación de los recursos públicos se destina a procurar el bienestar de la población.

Hay que estar atentos, el fascismo puede tomar cuerpo. Se precisa en las actuales circunstancias identificar dos de sus características, su propensión al uso de la violencia y su rechazo a la adopción de medidas igualitarias. Sería ingenuo negar esa posibilidad, hay actores que operan como catalizadores del fascismo. El necróforo Felipe Calderón (el uso de la violencia) y los publicistas defensores de la desigualdad. Inmunicemos a la sociedad, a los cuerpos del Estado, del virus fascista, golpista.


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