Cuando la capacidad de espera
está anulada, cuando la confianza en la fuerza propia está abatida. Desesperación
que nos señala que todo es válido y no hay límite moral que detenga la decisión
aberrante. En ese punto están algunas campañas por la presidencia de la
república.
Josefina Vázquez Mota, ya lo he
dicho, está totalmente en manos de Felipe Calderón y no conduce su destino político.
La presentación y arraigo de tres Generales ocurrido en estos días (no importa
si están en activo o retiro) es un acto desesperado decidido en Los Pinos y
operado por la Secretaría de la Defensa y de la Procuraduría General de la
República. No es guerra en contra del crimen organizado, ni procuración de
justicia. Es un acto de campaña para desbarrancar al puntero.
Son más las dudas frente a la
falta absoluta de certezas que ofrece el gobierno. Se dice que es una
investigación con más de un año de iniciada y que en este momento se hace
pública, con oportunidad para sacar raja electoral. Recordemos que el fin de
semana pasado Felipe Calderón hizo una visita privada a los Estados Unidos, de
la que no se dio más pormenor que hacerse presente con su amigo Alonso Lujambio
que se trata en contra del mal del cáncer en el estado de Arkansas. No hay una
investigación consolidada, con todos los elementos fundados para dictar una
orden de aprehensión. El sustento son testigos protegidos, delincuentes y la
DEA, una forma de delincuencia organizada tolerada al servicio del actual
gobierno. Es indignante porque proviene de la autoridad y la condena de los
medios y de la sociedad civil es tibia, por decir que inexistente. De lo que se
trata es de generar condiciones para que no haya o se anulen las elecciones.
Para el caso es lo mismo.
Andrés Manuel López Obrador sigue
el guión de la derecha ya conocido en las últimas dos elecciones por la
presidencia. AMLO ya hace llamado al voto útil y sus huestes se dedican a
estigmatizar al puntero, como si se tratara de la reedición del “peligro para
México”. Ya sabemos el costo que tiene ese guión para el país, doce años de
deterioro, desprestigio mundial, pobreza y muerte, la división de los
mexicanos. La fobia tiene compañeros de viaje y después nadie se hace
responsable. Quién, no panista o de derecha, se atreve a decir abiertamente que
votó por Vicente Fox. Quién, desde la
izquierda, mintió acerca de que se tenía presencia en todas las casillas para
defender el voto en 2006. No se pudo sustentar un alegato demoledor.
A dónde vamos si nos dejamos
conducir por la desesperación que es la pérdida total de esperanza, hasta
alcanzar la alteración extrema del ánimo causada por la cólera, el despecho o
el enejo. Sabemos que en la política no hay santos, pero qué necesidad en
convertirse en demonios.
--o—
En estos días los medios hablan
de los muchachos de la Ibero, del ITAM y de la Anáhuac como ejemplo de
ejercicio de libertades. En la oscuridad están los muchachos de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México, cuya rectora, la Dra. María Esther Orozco, ha vivido
meses aciagos, asediada. Es atacada por querer hacer de esa universidad centro de estudio con mayor índice de titulación entre los jóvenes que ingresan a esa institución.