Hay sucesos, entiéndase noticias,
que viven al día siguiente de producirse. Su ciclo de vida, por decirlo de
alguna manera, es corto. Otros más no alcanzan lugar al otro día en la prensa o
lo hacen de manera aislada. Ocurre de sucesos que tensan la relación entre las élites
y la sensibilidad ciudadana y no desaparecen inmediatamente, van dejando una
estela informativa en proceso de extinción o una derivación hacia otro suceso o
serie de sucesos. Esto es más evidente en procesos normados de la disputa por
el poder como lo son los electorales.
Durante esta semana, el encuentro
ciudadano de los estudiantes de la Ibero con el candidato Enrique Peña Nieto –del
viernes 11 de mayo- ha sido la noticia más comentada, analizada, interpretada
y, por supuesto, utilizada para llevar agua al molino de las respectivas
escuadras. Del torbellino, lo verdaderamente rescatable es el video difundido
en YouTube por los estudiantes señalados erróneamente y los artículos de José
Carreño Carlón (La Ibero y el traje nuevo
del candidato, El Universal) y
de Luis F. Aguilar (La democracia
expresiva, Reforma)
¿Nos vamos a quedar en el 11 de
mayo hasta el día de las elecciones? Pues hay quien ve en ello un filón para
mantener la línea de la descalificación política por sobre la de los contenidos
del quehacer gubernamental hacia el futuro inmediato. Por ejemplo, debatir
sobre el futuro de la educación superior. Para mí es insustituible el papel de
la universidad pública y gratuita en una sociedad con tanta desigualdad. Un
principio de equidad en la profesionalización. También reconozco el derecho a
la opción de una universidad privada. Y el derecho a no ingresar a una
institución de enseñanza superior (Hay jóvenes que están convencidos de que lo
suyo no pasa por la universidad)
El asunto sería, recordando al
clásico Jorge Carpizo, hacer un diagnóstico de la educación superior, sus
fortalezas y debilidades. Diseñar un sistema incluyente, donde la elección de
los jóvenes sea eso. Que el dinero, las influencias o el burocratismo no sean
factor en la formación profesional de su vocación. El chiste es no quedarnos en
la caricatura y el montaje fotográfico sobre un suceso, sino hacer el proyecto
de una educación superior que los jóvenes de México y el país requieren. Tal
vez este tema no sea el de máxima prioridad, frente al del crecimiento
económico o al de la inseguridad, pero si parte de una agenda que no ha quedado
debidamente establecida frente a la desorientación de las campañas sucias.
Reiterar la importancia de la
educación es una vía consistente para no repetir las noticias de violencia de
juventud destrozada salvajemente y que vemos casi todos los días. Noticias de
la guerra en contra del crimen organizado que son ya estigma del actual
gobierno.
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