jueves, 16 de diciembre de 2021

El margen es el centro

“a medida que los negocios, la política y la diplomacia se tornan más salvajes y belicosos, los hombres buscan su refugio en la vida privada, en las relaciones personales, sobre todo en la familia, el último refugio de amor y decencia.”

Christopher Lasch

“En toda sociedad explotadora, la familia refuerza el poder real de la clase dominante, proporcionando un esquema paradigmático fácilmente controlable para todas las instituciones sociales.”

David Cooper

Aquí, una reflexión de fin de año.

Mucho es lo que se ha discutido en estos tres años de verdadera alternancia. La intensidad de los intereses expuestos derrumba ideologías que se consideraron imperecederas. Para bien, parece que se han agotado los espacios para incrementar la desigualdad y la injusticia. Sólo parece pues faltan consolidar las estructuras que hagan de la inclusión su eje, ese es el desafío. No es cuestión de especificar leyes, programas, orientación económica o de convocatorias electorales. Eso y algo más.

Son los casos de la violencia intrafamiliar contra las mujeres y los infantes, la desaparición de personas y el trafique de migrantes. Realidades que tienen como pivote la familia desarticulada, la que se contrapone a la familia solidaria en exceso idealizada. Oficialmente está constatado que la violencia intrafamiliar es el núcleo dominante de la agresión contra mujeres y niños. Falta por constatar oficialmente la condición familiar de las personas desaparecidas, si fueron previamente excluidas de esa célula. Es claro, en el caso de los migrantes, la impotencia del núcleo familiar para contener la decisión migratoria incluso llega a promover esa opción, enviar a los hijos a buscar otros horizontes de sustento que el suelo patrio les niega.



Es una complejidad micro y sutil pues las mismas familias patológicas ocultan o ven normales sus desavenencias, por tal condición son invisibilizadas y quedan al margen, cuando deberían estar en el centro de la preocupación de la sociedad y del gobierno. La pandemia puso los ojos en este drama.

Es el momento de movilizar aparatos y recursos gubernamentales desde la secretaría de salud a través de la agencia del desarrollo integral de la familia, de la SEP por medio de la subsecretaría de educación básica y la SG desde la subsecretaría de derechos humanos. No afirmo que no se esté haciendo nada. Considero, sí, la necesidad de incrementar la colaboración de las dependencias gubernamentales y su correspondiente difusión en el ingente trabajo de la prevención. Humanamente es más relevante que informar sobre los precios de las gasolinas o acerca de las mentiras que bombardean diariamente a la 4T.

Lo que ocurre en muchas familias es un drama que no alcanza a revelar la estadística, pero que hace la diferencia entre la desdicha y la gracia. Sobre todo, cuando el temor de dios ya no opera como regulador moral. Peor aún, cuando con el permiso de dios todo está permitido. Un drama que tiene sin cuidado a la gestión empresarial de la economía, pero que es ineludible atender para el gobierno. Estaría bien una sección en las mañaneras de quién es quién en la represión intrafamiliar.

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