viernes, 18 de diciembre de 2020

Periodistas

Qué tuvo que suceder en el país para convertir a periodistas en blanco de la comisión de homicidios. Es la pregunta abierta al leer la noticia sobre el arresto de un exalcalde en Chihuahua, ya detenido por la Fiscalía y bajo proceso. El caso de asociación político-criminal que segó la vida de la periodista Miroslava Breach, el 23 de marzo de 2017.

El asesinato de periodistas reclama no sólo investigación judiciaria, sino una investigación de amplio espectro y con arco de tiempo. Sobre esto último, el Comité para la protección de periodistas, con sede en Nueva York, Estados Unidos, tiene registrada una estadística que aquí transcribo y reagrupo por periodos sexenales desde 1964. Gustavo Díaz Ordaz, un periodista asesinado en el último año de esa administración; Luis Echeverría Álvarez, dos periodistas; José López Portillo, diez periodistas; Miguel de la Madrid Hurtado, treinta y cuatro periodistas; Carlos Salinas de Gortari, veinticinco periodistas; Ernesto Zedillo Ponce de León, veintiún periodistas; Vicente Fox Quesada, veintiocho periodistas; Felipe Calderón Hinojosa, ciento veintiún periodistas; Enrique Peña Nieto, ochenta y seis periodistas; y los sumados en dos años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, veintiún periodistas asesinados.

Cuando refiero al amplio espectro hablo de considerar temas adyacentes, pero no indiferentes a considerar. Qué cambió en las estructuras de gobierno, en los poderes reales, en los partidos, en la estructura económica, en la educación pública, en la industria del entretenimiento y el efecto de la desigualdad social, como para precipitar la irrupción del crimen organizado. Es ese contexto desde donde visualizar la comisión de los asesinatos a periodistas. Eso sí, sin dejar de distinguir entre la acción criminal que proviene directamente de la delincuencia organizada, de alguna instancia de autoridad (federal, estatal o municipal) u otros de índole más bien personal.


Karl Kraus (1874-1936) modelo de periodista autónomo.

Sé que les gustaría que abordara, desde mi brevedad característica, el intríngulis de la autonomía de los periodistas o más bien lo contrario, de su heteronomía (dependencia). Es claro que si un periodista trabaja dentro de la estructura orgánica de un gobierno o hace contratos con el gobierno su heteronomía es más que evidente. Depende del gobierno. Puede ser que la dependencia del periodista esté asociada a su patrón, de manera más específica las grandes empresas de comunicación. En ambos casos la lealtad es casi obligada y con dificultad se encontrará un periodista que vaya en contra de quien lo promociona. Se da también una subordinación mixta del periodista cuando tiene la doble cachucha, sirve al gobierno y sirve a la empresa que lo tiene contratado. Está la zona gris de los free lance, periodistas de los que se desconoce su dependencia y, consecuentemente, son modelo de profesionales autónomos ¿Lo son?

Lo que hemos visto en México durante estos dos años de transformación es la alteración del ecosistema en el que se desenvuelve el periodista. La principal fuente de información política, la presidencia de la república ha reforzado su autonomía relativa. Esa es la condición que ha alterado la relación entre el gobierno federal y los periodistas.  

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