miércoles, 28 de septiembre de 2011

La jodidez



Exponer rigurosamente la situación de pobreza que vive la población exige competencia técnica, ofrecer cifras, hacer clasificaciones. Se nos pasa exponer estados de ánimo (depresión, resentimiento) respuestas conductuales (pasividad, pendencia) y, en la parte gráfica, mostrar rostros.

En un ejercicio libre hablemos de la “jodidez”, más allá de los indicadores de la pobreza. Es decir, de la condición de estar “jodido”, que en el mundo de quienes nos comunicamos con el idioma español se entiende como “maltratado”, “dañado”, “fregado”, “maltrecho”, “enfermo”, “pobre”,  “en mala situación económica”. Para superar esta condición se establecen políticas públicas (la social, la de educación, salud) que se caracterizan por atender ese propósito. Pero existe una política, asumida implícita y dogmáticamente como de Estado por algunos gobernantes: la política económica (de libre mercado, fiscal y financiera) Los lineamientos de dicha política, por su parte, se han encargado de mantener y extender la condición de los “jodidos”.

Existe una “jodidez” simple, medible de acuerdo al ingreso de las familias, catalogada como pobreza extrema, alimentaria y patrimonial. También existe una “jodidez” ampliada, no necesariamente incluida en los informes de las instituciones que por obligación o voluntad tienen la tarea de hacer las mediciones de los índices de pobreza, pues las restricciones del ingreso se extienden a la calidad de bienes que nos permite acceder.

Esto es, no solamente son insuficientes los ingresos para dedicarlos a la alimentación, también se está “jodido” si se gasta en comida de mala calidad que a la larga te producirá problemas de salud o se mal gasta en alcohol y cigarrillos. Estás en desventaja si no tienes acceso a la educación básica, pero también si no continuas tus estudios porque la educación gratuita ya no se te proporciona. Incluso estás “jodido” si concluidos los estudios de posgrado no hay modo de desarrollarte profesionalmente.  Te jode la falta de servicios de salud, pero también te maltrata  una supuesta universalidad del servicio de salud público que es insuficiente.  Te friega ser víctima de tus propios familiares, como te jode la violencia de la delincuencia o la práctica fraudulenta de ciertas empresas privadas.

Otra perspectiva de la “jodidez” se da cuando la confabulación de poderes del Estado, encargados de protegerte y velar por tu bienestar, se destaca por dañarte. En las últimas horas, la Suprema Corte de la Nación ha suprimido los derechos reproductivos de las mexicanas en una votación dividida de sus ministros.  A instancias de controversias de inconstitucionalidad presentada en contra de los legislativos de Baja california y San Luis Potosí, se repuso el debate sobre la interrupción del embarazo (Determinación nefasta dictada bajo la presión del ejecutivo federal, con el apoyo de su partido y en alianza con la iglesia católica. El silencio del PRI y el PRD ha sido vergonzoso. La derecha se impuso si resistencia de parte de sus adversarios)

Como nunca, la ausencia de condiciones de vida con dignidad hace más fuerte y universal la aspiración al bienestar.

¡ESTAMOS JODIDOS MEXICANOS!

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