lunes, 3 de octubre de 2011

Vivir al extremo



A veces bien vale evadirse de los temas dominantes que aparecen en la prensa escrita. Tanto se escribe al respecto que no hay veta para recuperarlos sin reiterar lo ya expuesto. Hablar de la sucesión y de los presidenciables es un deporte, o del comentadísimo y delicado tema de los grupos paramilitares en México ya es un signo de la degradación del Estado. Mantengo mi rebelión y por eso escribo sobre la corrupción, también sobre la marginación, asuntos que son propiamente contenidos de la agenda de la sociedad civil y que con poco éxito se incorporan en las prioridades de los políticos y de las élites en general.

A veces los temas que se difunden en la sociedad no son los que ella se plantea sino los que le imponen, uno de ellos es la exaltación de vivir al extremo poniendo en riesgo la integridad física del individuo. No se trata simplemente de “hazañas” que exponen la capacidad de resistencia del cuerpo humano ante pruebas no comunes, la mayoría de las ocasiones exaltando al ser individual sin referencia al grupo o colectivo. Sino de la socialización de situaciones extremas, de riesgo, bajo el esquema patológico de las adicciones. Es el caso del alcoholismo.

No se trata de elaborar una estadística de cuántos y en qué cantidades se esparce la ingesta de alcohol. Más bien se inquiere sobre lo que atrae fatalmente a rebasar la frontera entre la “convivencia” -la bebida como un recurso artificial para departir- y la autodestrucción. Se justifica el exceso por el estrés, la fatiga de las n presiones sociales que se imponen sobre el individuo. Se argumenta falazmente: Estoy estresado y me quiero relajar. Bebo porque me pongo alegrón. Pero de ahí a ponerse agresivo o querer conducir un automóvil a exceso de velocidad envalentonado por los humos del alcohol es más que una experiencia extrema. Eh ahí la palabra que da en el clavo, el arrojo y ruptura de las inhibiciones que estimula el trago. La instantánea seguridad que  permite al Yo hacer alarde de un supuesto poder alimentado por una inveterada sumisión (ignoro qué tanto lo expuesto sea asimilable al consumo de drogas) El alcoholismo como realización de reprimida inclinación machista.

Y no es un asunto exclusivo de los hombres, las mujeres se abren paso en una suerte de negativa equidad de género. El alcohol ya es parte, cada día más, de la cotidianidad de las mujeres. Hoy La Jornada saca un reportaje al respecto, donde se destaca el incremento del número de mujeres que entran en reclusión  por unas horas a El Torito por conducir su automóvil bajo los efectos de unas copas de más .

¿Cuál es el punto? Retomar la lucha en contra de las adicciones como un asunto de salud pública. Enfoque que se abandonó en la administración del presidente Calderón en aras de un enfoque bélico de una supuesta eliminación del crimen organizado, lo que resultó contraproducente pues éste multiplicó la cartera de sus actividades delictivas más allá del tráfico de estupefacientes.



No hay comentarios.:

Powered By Blogger