viernes, 31 de agosto de 2012

Doble triunfo


 

Por la vía de los votos y por veredicto judicial, Enrique Peña Nieto es ya Presidente electo. Ha concluido un proceso electoral inédito, el viejo partido ganó. Lo hizo porque sus adversarios no mostraron una mejor valía ante los ojos de la ciudadanía. El PAN no tenía cara para presentarse, noventa y cinco mil muertos y su estela de corrupción lo arrinconaron. El Movimiento Progresista, su líder y su círculo, se ahogaron en su propia soberbia.

Es al triunfador que se le demanda hacer un esfuerzo de construcción paciente y sostenida de reconciliación, después de una contienda que de manera efectiva dividió y exige al ganador contener a las bestias que se incuban en todas las fuerzas políticas, baste asomarse a las redes sociales, incluidas los foros de opinión de los diarios. Hacer del triunfo un regalo civilizatorio sería el mejor logro del nuevo gobierno.

Las bestias no sólo son los cárteles que matan a diario en la disputa por las plazas del negocio de las drogas y la extorsión, son la maledicencia y la edición que insisten en degradar a quien piensa y es diferente. El mal de la intolerancia nos tiene pasmados y nos impide ser verdaderamente democráticos.

El 31 de agosto es ya una fecha histórica por todo el calendario electoral previo.

He leído la sentencia del Tribunal Electoral, que en sus más de mil trescientas fojas digitalizadas, no confundir con cuartillas, es ya un documento histórico y debería ser una lección para la izquierda. No se entiende como después del fracaso en la demanda de hace seis años, que se le cargó a Horacio Duarte, no se hizo una mejor impugnación. Tal vez no se hizo porque no se tenían pruebas demostrativas, perdón por la redundancia. Es una colección de marrullerías armadas después de la elección, si lo que se denuncia se hubiera puesto con anterioridad otro gallo cantaría. Si la gente que recibió tarjetas, regalos o cualquier otra inducción mediante dádivas, y lo denuncia antes de las elecciones ante la Fepade o el Ministerio Público, las elecciones estarían atoradas ante el cúmulo de denuncias documentadas. Regalos hicieron todos. Antes de las elecciones existían esperanzas, para qué ensuciar el proceso. Esa fue la apuesta. Pero el Distrito Federal no era todo México y ahí se fabricó el autoengaño de la izquierda, de una parte, la lopezobradorista.

Es de esperarse que después de declararse la legalidad del proceso electoral federal, Presidencia y Congreso en juego, por parte del Trife, las fuerzas desestabilizadoras, no me refiero a la izquierda, depongan su actitud.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Los retos


El regreso del Partido Revolucionario Institucional para tomar las riendas del Ejecutivo y del aparato de la Administración Pública Federal, fue ordenado por los electores el primero de julio pasado. Ello fue así porque la ciudadanía decidió castigar de manera contundente e inobjetable al Partido Acción Nacional. Estaremos por confirmar si el PRI responde al nuevo desafío que le obsequia el destino. Felipe Calderón decepcionó y el PRI se benefició de esa decepción. Lo mismo ocurrió en gobiernos locales como el de Leonel Godoy en Michoacán, o el de Amalia García en Zacatecas.

No es el fraude, ni la compra de votos lo que explica el regreso del viejo partido. El Tribunal Electoral no encontró pruebas de que así fuera y pronto el mismo Trife dará por concluido el proceso electoral 2012.

A partir de esta conclusión, los retos de Enrique Peña Nieto se antojan muy cuesta arriba no por la legitimidad electoral, sino por el país que recibirá. La primera línea de acción que se destaca está trazada en el tema de la rendición de cuentas: la formación de una comisión anticorrupción, ampliar los alcances de la Ley Federal de Acceso a la Información a gobiernos estatales y municipales y una nueva regulación materia de publicidad gubernamental. Propuestas que en su simple enunciación no conforman de inicio un abierto rechazo. Su consenso es factible.

En el frente internacional, el nuevo gobierno tendrá que corregir el desequilibrio que se ha dado en la relación con los Estados Unidos, la obsequiosidad de los últimos gobiernos ha sepultado el nacionalismo y esa condición les encanta a nuestros vecinos, por eso admiran y reconocen a Felipe Calderón. Les preocupa que esa relación ventajosa se modifique por lo que regatearán con todas sus mañas un arreglo semejante con Peña Nieto.

Otro reto será el de establecer una política social que realmente combata la pobreza y disminuya las desigualdades. Desde que se clausuró el Estado Benefactor sustentado en la legislación laboral y el reparto agrario, su sustitución por la llamada política social en consonancia con la apertura comercial no ha hecho más que deteriorar el tejido social. Aquí se encuentra la principal fortaleza de la izquierda que impugnó las elecciones y es en esta línea de política pública que el nuevo gobierno tendrá que responder.

No menos importante, asaz dificultoso, es el reto de ordenar a los grandes empresarios, la banca incluida, para que moderen sus propios intereses en beneficio de las mayorías. Esto puede sonar como un regreso al pasado, pero la verdad es penoso el apocamiento de la autoridad frente a los empresarios. Como se achaparra el gobernante ante la industria minera o a los negocios de las telecomunicaciones, por dar sólo dos ejemplos. Con la ley en la mano la autoridad del Estado tiene que volverse a ubicar por encima de los gobernados para garantizar los beneficios de vivir en un Estado de derecho, entre los beneficios está el de la seguridad.

 El PRI regresa, como es evidente, a gobernar con una realidad distinta a la que facilitó su hegemonía en el pasado, no puede desechar la conquista de la libertad de expresión. El expediente autoritario lo tiene prohibido. Pero no sólo es cuestión del gobierno nacional, el reto será convencer a los gobernadores a que adopten un compromiso con el conjunto de la nación y que no se asuman como una excepción balcanizante. Sin el acompañamiento de los gobernadores los alcances del nuevo gobierno quedarán limitados de inicio.

Este es el conjunto de retos que a mi parecer, en las fuerzas que lo representan, han significado el descontrol poselectoral en particular y la ingobernabilidad de una transición que perdió conducción.

lunes, 27 de agosto de 2012

El silencio del fracaso


 

Son más de 72 horas y los sucesos de la mañana del viernes 24 de agosto en la carretera libre México-Cuernavaca siguen sin ser aclarados. En el municipio de Huitzilac, Morelos, muy cerca del Distrito Federal, policías federales, dos agentes de la embajada estadounidense y un miembro de la Marina se enredaron por falta de comunicación. Persecución, agresión, retén desobedecido o de plano confusión, no se tiene claro que pasó más allá de lo inocultable: doce policías bajo investigación, dos personas heridas (los norteamericanos) y una camioneta blindada agujereada por las balas.

Extraño caso que amenaza dar cauce cierto a la desestabilización o lo que he llamado aquí, el juego de socavar el proceso electoral 2012. No se nos olvide que el proceso concluye técnicamente con la declaratoria de presidente electo por parte del tribunal electoral. No sólo el Movimiento Progresista está interesado en echar abajo la elección, el actual gobierno y su partido tampoco dan muestras contundentes de aceptar su derrota.

Dónde está la voz de Alejandra Sota, vocera de la presidencia. Dónde está la voz de Alejandro Poirè, secretario de gobernación. Dónde está la voz de Marisela Morales, procuradora general de la república. Dónde está la voz de Genaro García Luna, secretario de seguridad pública federal. Dónde está la voz de Francisco Saynez, secretario de la marina. Dónde está la voz del presidente Felipe Calderón que no ha solicitado una cadena nacional para atajar la desinformación. Por qué el hermetismo de Washington y de su embajada en México, por el contrario, es inusual su actitud.

Bajo otras circunstancias, el maltrato a vehículo y personal de la embajada sería pretexto para desencadenar la ira del Tío Sam. Un evento que se parece al ocurrido el mes de febrero de 2011, en la carretera de Querétaro a San Luis Potosí, la historia de un falso retén y un agente del Instituto de Inmigración y Aduanas,  Jaime Zapata, abatido en una persecución por evadir el “retén”. Y si nos remontamos a 1985, al oscuro asesinato del agente Enrique Camarena Salazar y el origen de la intervención del gobierno de Estados Unidos para incidir en el combate al narcotráfico.

Los mexicanos estamos sin información, será porque el fracaso rotundo no tiene voz, es un silencio ensordecedor que no encuentra el vocero oficial adecuado. El fracaso de la coordinación del gabinete de seguridad para enfrentar al crimen organizado redobla la inseguridad. Esto salió  de control. O así está planeado, con todo y el recrudecimiento de la violencia, para complicar el regreso del PRI y el arribo de Enrique Peña Nieto. Quién más, además de López Obrador y sus seguidores, está en el plan anti-Peña.
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