Kafkiano, simplemente kafkiano.
Franz Kafka, a través del héroe de sus novelas, K, pone la siguiente
cavilación: “Muele, molino, muele –pensaba-, sólo mueles para
mi.”
Después de leer la columna de
Ciro Gómez Leyva (http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2015/06/113068.php 10-06-2015, El Universal)
en la que glosa la entrevista suya a López Obrador, confirmó que AMLO no es un
peligro para México, más bien es un peligro para sí mismo. Como no pocos
políticos, es desconfiado hasta de su propia sombra, se imagina el centro y la
brújula de la acción política, al extremo de considerar negativamente cualquier
posibilidad de alianza. La alianza política como mácula, pues el caudillo posee
una pureza inalcanzable para los partidos, institutos despreciables por
definición, porque si hay un partido puro ése es el que se identifica con él.
Así lo vimos en las recientes campañas electorales para delegados, diputados y
asambleístas: MORENA, el partido de López Obrador. No da resquicio para idea o
ideología alguna. El partido soy yo.
La emergencia del caudillo* se da
ante el desprestigio de los partidos y el vacío ideológico. No creo en los partidos, ni profeso
ideología, pero estoy dispuesto a creer en la persona que supongo capaz de
realizar lo que los partidos no pueden. Es el razonamiento de muchos ciudadanos
evidenciado no sólo por el poder de convocatoria exhibido por el partido de
AMLO, también por otros casos como el del independiente Jaime Rodríguez, en
Nuevo León, o el de Enrique Alfaro en Guadalajara, éste último revitalizó a
Movimiento Ciudadano.
Pero si la gente voltea a ver a
los caudillos es porque con anterioridad la diseminación del pragmatismo dentro
de los partidos, junto a la prodigalidad de los recursos públicos de los que se
les provee, los fue vaciando ideológicamente. No se ve un cuerpo de ideas
sustentado durante las campañas, las ideas no venden. Resulta mejor el spot con
sus contenidos de descalificación, la diatriba, la dádiva, la microtelenovela,
las fotografías trucadas y todos los mecanismos que enaltecen el oportunismo y
clausuran toda posibilidad de una competencia electoral verdaderamente cívica.
Si tuviéramos perfiles
ideológicos definidos bien se podrían tener menos partidos y terminar con
nomenclaturas que no dicen nada. Así planteado, el PAN se podría renombrar
Conservador, el PRI Liberal, despojado ya de su identidad nacional revolucionaria,
agrupar a los partidos de izquierda y miembros del PRI en una sola institución
socialdemócrata, Morena como un partido nacionalista y fundar un verdadero
partido de causas ambientalistas y, según el caso, partidos regionales. Pero lo que facilita la ley electoral es hacer roncha y en una de esas formar nomenclaturas nacional socialistas que resultan imperialistas y racistas.
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*Se podría utilizar la categoría
weberiana de líder carismático, pero caudillo es más coloquial. No escribo
sobre mesías debido a que el mesianismo carga una complejidad religiosa difícil
de concentrar en la actuación salvífica de una persona. El mesianismo es más
que nada, según sus versiones históricas, creer en el Libro, creer en la
Palabra o en el desarrollo de las fuerzas productivas (Moisés, Cristo y Marx).