viernes, 12 de junio de 2015

Votar desideologizado

Kafkiano, simplemente kafkiano. Franz Kafka, a través del héroe de sus novelas, K, pone la siguiente cavilación: “Muele, molino, muele –pensaba-, sólo mueles para mi.

Después de leer la columna de Ciro Gómez Leyva (http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2015/06/113068.php 10-06-2015, El Universal) en la que glosa la entrevista suya a López Obrador, confirmó que AMLO no es un peligro para México, más bien es un peligro para sí mismo. Como no pocos políticos, es desconfiado hasta de su propia sombra, se imagina el centro y la brújula de la acción política, al extremo de considerar negativamente cualquier posibilidad de alianza. La alianza política como mácula, pues el caudillo posee una pureza inalcanzable para los partidos, institutos despreciables por definición, porque si hay un partido puro ése es el que se identifica con él. Así lo vimos en las recientes campañas electorales para delegados, diputados y asambleístas: MORENA, el partido de López Obrador. No da resquicio para idea o ideología alguna. El partido soy yo.



La emergencia del caudillo* se da ante el desprestigio de los partidos y el vacío ideológico. No creo en los partidos, ni profeso ideología, pero estoy dispuesto a creer en la persona que supongo capaz de realizar lo que los partidos no pueden. Es el razonamiento de muchos ciudadanos evidenciado no sólo por el poder de convocatoria exhibido por el partido de AMLO, también por otros casos como el del independiente Jaime Rodríguez, en Nuevo León, o el de Enrique Alfaro en Guadalajara, éste último revitalizó a Movimiento Ciudadano.

Pero si la gente voltea a ver a los caudillos es porque con anterioridad la diseminación del pragmatismo dentro de los partidos, junto a la prodigalidad de los recursos públicos de los que se les provee, los fue vaciando ideológicamente. No se ve un cuerpo de ideas sustentado durante las campañas, las ideas no venden. Resulta mejor el spot con sus contenidos de descalificación, la diatriba, la dádiva, la microtelenovela, las fotografías trucadas y todos los mecanismos que enaltecen el oportunismo y clausuran toda posibilidad de una competencia electoral verdaderamente cívica.




Si tuviéramos perfiles ideológicos definidos bien se podrían tener menos partidos y terminar con nomenclaturas que no dicen nada. Así planteado, el PAN se podría renombrar Conservador, el PRI Liberal, despojado ya de su identidad nacional revolucionaria, agrupar a los partidos de izquierda y miembros del PRI en una sola institución socialdemócrata, Morena como un partido nacionalista y fundar un verdadero partido de causas ambientalistas y, según el caso, partidos regionales. Pero lo que facilita la ley electoral es hacer roncha y en una de esas formar nomenclaturas nacional socialistas que resultan imperialistas y racistas.  
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*Se podría utilizar la categoría weberiana de líder carismático, pero caudillo es más coloquial. No escribo sobre mesías debido a que el mesianismo carga una complejidad religiosa difícil de concentrar en la actuación salvífica de una persona. El mesianismo es más que nada, según sus versiones históricas, creer en el Libro, creer en la Palabra o en el desarrollo de las fuerzas productivas (Moisés, Cristo y Marx).

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