A horas, a minutos de que
empiecen las campañas por la Presidencia de México, legalmente reconocidas por
el Instituto Federal Electoral. Una travesía de tres meses para que se muestren
los que quieren ser capitanes de este navío.
Enrique Peña Nieto arranca como
favorito, se ha preparado como ninguno para comunicarse en los medios con
mayores audiencias, radio y TV, en la posibilidad de ser más identificado por
la ciudadanía hacia el momento decisivo de las urnas. Se dice que misiles de
Los Pinos están orientados para estallar la campaña del mexiquense. Tal dicho,
de materializarse, le saldrá contraproducente a su ejecutor, quien se verá
abusivo y, en consecuencia, reforzará el convencimiento más que generalizado de
que ya estuvo suave de doce años de gobiernos panistas. Felipe Calderón hizo
aborrecibles a los panistas (A quién se le ocurrió ese monumental acarreo del
miércoles en el Auditorio Nacional que no le aportó nada para una mejor valuación
de la administración que va de salida)
Para EPN le espera una definición
de contenidos, que si son los que adelantan Luis Videgaray y Carlos Carstens
estaremos en el umbral de la mediocridad telenovelizada.
Andrés Manuel López Obrador lleva
una larga marcha en la que no se ha cansado en señalar la pobreza y la
desigualdad social como los males de México. Consistente y con una generación
muy bien definida tras de sí, continuará con su movilización por tierra con un
proyecto de contraste al neolibelarismo que padecemos. En ese sentido sí es una
alternativa, pero no varios de los personajes que alternan con él.
Josefina Vázquez Mota está
trabada por el verdadero jefe del PAN, Felipe Calderón. Su desgaste es superior
y la sobreactuación para arreglar sus últimos deslices mediáticos la muestran
actoralmente limitada, sin unidad de personaje ¿Es mesera, ama de casa o
economista? En cuestión de semanas su presencia está hecha un batidillo.
Junto a esta tercia se yergue la
figura del voto nulo, al cual no se puede descalificar si proviene de una
sociedad agraviada y decepcionada, como la que representa Javier Sicilia y su
movimiento.
Lo que no encuentro claro es si
después de la elección federal del próximo verano se abra para México un camino
de armonía, con mejores índices en la calidad educativa, con un retroceso
admirable de las prácticas corruptas, con la sonrisa de la buena alimentación –sin
saltarse comidas- y un medio ambiente bien cuidado, como lo dicta la ley. Un
México con la confianza de que la ley es y se aplica para todos por igual.
Donde el buen uso de los recursos públicos sea tan evidente que no requiera de
la reiteración de spots, ni de mayor propaganda oficial.
Nos esperan tres meses de
pesadilla, bostezo o insomnio, de extravagancias y desproporciones a las cuales
sobrevivir para un nuevo despertar. Como antídoto vale refugiarse en los momentos
personales, familiares, que nos resulten realmente dichosos y sin daños a
terceros.