“El problema no radica en la
evidencia de lo nuevo, sino en la inercia de lo antiguo.”
“La Krisis aporta al
efecto algo que, por lo menos, se acerca a una solución…mediante un acto de
empatía.”
Hans Blumenberg
La emergencia sanitaria empareja
a toda la población y pone a todos en una misma línea de despegue del riesgo de
contagio. En principio.
La expansión de la epidemia va
dibujando perfiles de la línea de contagio en la que están los seres más vulnerables.
La tercera edad, hipertensos, diabéticos, obesos, mujeres embarazadas.
Mientras el cuerpo humano no
genere el anticuerpo -que lo hace en cada individuo que se recupera- para
contrarrestar al nuevo virus, la manera de atender la reducción de contagios cuenta
con una disposición conductual específica que está a la mano de la población.
Reducción de la movilidad, de los contactos físicos, evitar aglomeraciones en
espacio y transporte públicos. La suspensión de actividades escolarizadas, de
actividades económicas no esenciales, se tiene que acatar ¿Hasta cuándo? Mínimo
tres meses, si el desarrollo de la epidemia en Wuhan, China, nos dice algo.
Primer referente de la curva activa de la epidemia. Son medidas temporales para
salir de la situación de emergencia.
Pero grupos interesados no lo ven
así. Las corporaciones, de manera abierta las empresariales, exigen un trato
preferencial en la emergencia, que el gobierno se haga responsable de sus
negocios y meta mano directamente. Reconocen de facto que la magia del libre
comercio no lo puede todo, la reaparición en exclusividad del Ogro filantrópico
se les antoja. Exactamente lo que negaron en los últimos lustros desde el
tránsito finisecular.
Claro, el pacto corporativo
neoliberal* que les asistió en los últimos años no está en operación. Pacto que
dentro de sus vertientes tenía una hacia los medios de comunicación. Otro
clausulado incluía a los intelectuales (artistas, científicos, escritores,
periodistas) mediante consultas remuneradas, contratos, puestos, estructuras
programáticas de subsidios.
Se olvidaron de que la
democracia, el gobierno que emana de ella, se enfoca en los ciudadanos, no en
segmentos fundados sobre identidades y/o agrupaciones gremiales. Corporaciones
que son auxiliares de cualquier régimen, pero no sustituyen ni representan a la
ciudadanía. Esta lección democrática y liberal se les olvidó o nunca la tomaron
en cuenta. Estos integrantes o abonados al pacto neoliberal defienden
privilegios, no ciudadanía.
De manera infame, ante la
emergencia sanitaria que a todos nos ocupa, el corporativismo de nuevo cuño
ataca la salud pública, acera su descontento pidiendo la renuncia del titular
del Ejecutivo. No solo se atreven a desconocer la amplísima legitimidad
democrática del gobierno, sino que operan para desestabilizar la política de
salud. Utilizan la emergencia como espacio no legítimo de la disputa por el
poder y se disponen a reciclar políticos y partidos descontinuados por el voto
popular.
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*Recordemos. El primer pacto
corporativo fue establecido durante la política de masas del cardenismo
(Arnaldo Córdova dixit) y con el gobernó el PRI como partido casi único.
Las organizaciones obreras y campesinas eran auxiliares del poder. El mismo
PRI, por presión de los empresarios, comenzó a desmantelar ese pacto por uno
claramente elitista y de corte empresarial, de 1983 al año 2000. Con la
alternancia política, fingida, el pacto corporativo neoliberal se sostuvo como
piedra angular del régimen, teniendo a los partidos como auxiliares de ese
pacto. Los ciudadanos, bien gracias, esperando la oportunidad de cambiar ese
orden y la tomaron.