martes, 14 de abril de 2020

La amenaza del corporativismo


“El problema no radica en la evidencia de lo nuevo, sino en la inercia de lo antiguo.”
“La Krisis aporta al efecto algo que, por lo menos, se acerca a una solución…mediante un acto de empatía.”
Hans Blumenberg

La emergencia sanitaria empareja a toda la población y pone a todos en una misma línea de despegue del riesgo de contagio. En principio.

La expansión de la epidemia va dibujando perfiles de la línea de contagio en la que están los seres más vulnerables. La tercera edad, hipertensos, diabéticos, obesos, mujeres embarazadas.

Mientras el cuerpo humano no genere el anticuerpo -que lo hace en cada individuo que se recupera- para contrarrestar al nuevo virus, la manera de atender la reducción de contagios cuenta con una disposición conductual específica que está a la mano de la población. Reducción de la movilidad, de los contactos físicos, evitar aglomeraciones en espacio y transporte públicos. La suspensión de actividades escolarizadas, de actividades económicas no esenciales, se tiene que acatar ¿Hasta cuándo? Mínimo tres meses, si el desarrollo de la epidemia en Wuhan, China, nos dice algo. Primer referente de la curva activa de la epidemia. Son medidas temporales para salir de la situación de emergencia.

Pero grupos interesados no lo ven así. Las corporaciones, de manera abierta las empresariales, exigen un trato preferencial en la emergencia, que el gobierno se haga responsable de sus negocios y meta mano directamente. Reconocen de facto que la magia del libre comercio no lo puede todo, la reaparición en exclusividad del Ogro filantrópico se les antoja. Exactamente lo que negaron en los últimos lustros desde el tránsito finisecular.

Claro, el pacto corporativo neoliberal* que les asistió en los últimos años no está en operación. Pacto que dentro de sus vertientes tenía una hacia los medios de comunicación. Otro clausulado incluía a los intelectuales (artistas, científicos, escritores, periodistas) mediante consultas remuneradas, contratos, puestos, estructuras programáticas de subsidios.


Se olvidaron de que la democracia, el gobierno que emana de ella, se enfoca en los ciudadanos, no en segmentos fundados sobre identidades y/o agrupaciones gremiales. Corporaciones que son auxiliares de cualquier régimen, pero no sustituyen ni representan a la ciudadanía. Esta lección democrática y liberal se les olvidó o nunca la tomaron en cuenta. Estos integrantes o abonados al pacto neoliberal defienden privilegios, no ciudadanía.

De manera infame, ante la emergencia sanitaria que a todos nos ocupa, el corporativismo de nuevo cuño ataca la salud pública, acera su descontento pidiendo la renuncia del titular del Ejecutivo. No solo se atreven a desconocer la amplísima legitimidad democrática del gobierno, sino que operan para desestabilizar la política de salud. Utilizan la emergencia como espacio no legítimo de la disputa por el poder y se disponen a reciclar políticos y partidos descontinuados por el voto popular.
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*Recordemos. El primer pacto corporativo fue establecido durante la política de masas del cardenismo (Arnaldo Córdova dixit) y con el gobernó el PRI como partido casi único. Las organizaciones obreras y campesinas eran auxiliares del poder. El mismo PRI, por presión de los empresarios, comenzó a desmantelar ese pacto por uno claramente elitista y de corte empresarial, de 1983 al año 2000. Con la alternancia política, fingida, el pacto corporativo neoliberal se sostuvo como piedra angular del régimen, teniendo a los partidos como auxiliares de ese pacto. Los ciudadanos, bien gracias, esperando la oportunidad de cambiar ese orden y la tomaron.

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