lunes, 4 de septiembre de 2017

Presidencia retrógrada

El Enrique Peña Nieto de los consensos, así sean de manera cupular, que dio aliento al Pacto por México, pacto motriz de las reformas de este sexenio. El mismo presidente que encontró en Tlatlaya (Junio de 2014, ajusticiamiento de presuntos delincuentes por parte del Ejército) su viraje y retorno hacia los modos autoritarios y represivos. Así lo planteo.

Si algo queda firme tras la asamblea XXII del PRI, por si quedaban dudas, es la jefatura de Peña Nieto sobre su partido. El presidente formal del PRI ante el INE, Enrique Ochoa Reza, sólo es un encargado, un conserje del otrora llamado tricolor. Una dualidad de mando que tiene consecuencias y lo estamos viendo.

La insistencia de querer imponer al fiscal general de la república, Raúl Cervantes, como candado que evite la investigación del actual sexenio. El reclamo hacia la familia de un empresario conservador y promotor de las reformas económicas, Claudio X. González Laporte, por sus señalamientos acerca de la corrupción que impera en el actual gobierno federal. Son funestas tomas de posición del Ejecutivo federal que indican temor, preocupación por un eventual enjuiciamiento de su titular con el cambio de la estafeta sexenal el año 2018.

Y lo que se promete como la apertura de una crisis entre el poder Ejecutivo y el Legislativo, son dos intervenciones burdas que inciden en el accionar institucional del Congreso, en el Senado y en la Cámara de Diputados. Antes de iniciar el periodo ordinario del Congreso el primero de septiembre recién, Peña Nieto consintió la unción de Ernesto Cordero como presidente de la mesa directiva del Senado, ignorando la deliberación interna del grupo parlamentario del PAN, al cual pertenece el actuario Cordero; la segunda intervención, no menos preocupante, es la migración de ocho diputados del PRI hacia el partido verde.


A qué juega Peña Nieto, a jefe de Estado o a jefe de facción partidaria. Si esas dos intervenciones han sido bajo su conocimiento y aprobación, al incidir de esta manera en las rutinas de otro poder constitucional, entonces se puede conjeturar que técnicamente ha dado un golpe de Estado. Si no es así, que instruya a sus correligionarios para que rectifiquen y den cauce a la normalidad de la división de poderes.


Se le ha pasado la mano al señor presidente. Ahora, como reacción, en San Lázaro no se ha instalado la mesa directiva y lo emplazan para que cancele la viabilidad de Raúl Cervantes como fiscal. No mande al diablo a las instituciones, ni manipule las ambiciones de la familia de Felipe Calderón, usted no manda en el PAN.


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