El desayuno que ofreció la prensa en sus primeras planas el jueves seis de agosto recién, consistió en degustación única: Manlio Fabio
Beltrones y el cambio de guardia en el Partido Revolucionario Institucional.
Los análisis fueron coincidentes: al grupo en el poder adscrito al PRI se le
agregaron presiones múltiples, el ejercicio de despresurizarlo se hizo
obligado, de ahí que se hiciera público el descarte de Aurelio Nuño -personaje cercan al presidente Peña Nieto- para
dirigir al PRI. Inmediatamente, otros grupos del PRI vieron un guiño de
inclusión, suficiente para el desahogo, colmando al sonorense con los atributos
del ser providencial. Una exageración. Mientras, en los medios subrayaban el
colmillo, la experiencia del futuro presidente del PRI. Hasta aquí, lo escrito
corresponde a los arreglos internos del PRI y a los priístas les compete.
Lo que sí es de interés público
es la actuación, lo que se puede esperar, lo posible o deseable, la afectación
o incumbencia para la sociedad no priísta, no partidista, por extensión. El PRI
no es una isla, es una pieza de un sistema que actualmente rechina e incumple la ley primordial de todo sistema
social: la protección de sus miembros (sistema entendido en un sentido amplio e
inclusivo, no mera constelación de camarillas)
Un presidente con el Presidente,
se ha enunciado. Qué se puede esperar ¿Un mero acompañamiento de
correligionarios? O acaso el PRI adoptará una posición proactiva, de cara a la
ciudadanía, respecto a las acciones y programas del actual gobierno federal,
dando seguimiento efectivo de acciones y programas, en sus resultados y en su
ejercicio honesto de los recursos públicos. Una encomiable misión que el PRI
podría extender a sus gobernadores y alcaldes. Refundarse como contraloría
social.
Ante la violencia criminal
desatada en los tres primeros lustros del presente siglo, el PRI tiene que
hacer causa común con la causa de las miles de familias afectadas, contribuir a
cerrar heridas abiertas en el alma de muchos conciudadanos. El "neopri" le ha
dedicado en los últimos años mucho tiempo a descifrar las señales del mercado,
lo que ha significado desatención, ya es tiempo que escuche y resuelva respecto
a la mitigación de la pobreza y la disminución de desigualdades sociales.
La vinculación con la
internacional socialdemócrata seguirá siendo decorativa, ya no por favor. Si ha
de mantenerse este vínculo que sea un compromiso histórico con la corriente
política nacida en el Viejo Mundo en la segunda mitad del siglo XIX, para dar
voz e ideas a los que sólo tienen su trabajo a disposición de la sociedad. Por
una globalización centrada en las personas, no en las mercancías. (A manera de
digresión, igualmente definitorio de la próxima dirigencia será valorar la
continuidad de la alianza con el PVEM. Que no tenga peso el vínculo familiar,
el yerno de Manlio tendrá que esforzarse por su cuenta y por sus siglas)
Estos tres puntos esbozados
darían muestras de un relevo autocrítico. El PRI, los demás partidos, el
sistema electoral que los integra se ha engolosinado por servirse así mismo
antes que a la sociedad. La marca de la casa no sólo está en respetar los
tiempos y las formas, en primer lugar están el respeto a las personas y a la
ley. El espejismo de los fuegos fatuos no tiene cabida.