viernes, 7 de agosto de 2015

Fuegos fatuos

El desayuno que ofreció la prensa en sus primeras planas el jueves seis de agosto recién, consistió en degustación única: Manlio Fabio Beltrones y el cambio de guardia en el Partido Revolucionario Institucional. Los análisis fueron coincidentes: al grupo en el poder adscrito al PRI se le agregaron presiones múltiples, el ejercicio de despresurizarlo se hizo obligado, de ahí que se hiciera público el descarte de Aurelio Nuño -personaje cercan al presidente Peña Nieto- para dirigir al PRI. Inmediatamente, otros grupos del PRI vieron un guiño de inclusión, suficiente para el desahogo, colmando al sonorense con los atributos del ser providencial. Una exageración. Mientras, en los medios subrayaban el colmillo, la experiencia del futuro presidente del PRI. Hasta aquí, lo escrito corresponde a los arreglos internos del PRI y a los priístas les compete.

Lo que sí es de interés público es la actuación, lo que se puede esperar, lo posible o deseable, la afectación o incumbencia para la sociedad no priísta, no partidista, por extensión. El PRI no es una isla, es una pieza de un sistema que actualmente rechina  e incumple la ley primordial de todo sistema social: la protección de sus miembros (sistema entendido en un sentido amplio e inclusivo, no mera constelación de camarillas)

Un presidente con el Presidente, se ha enunciado. Qué se puede esperar ¿Un mero acompañamiento de correligionarios? O acaso el PRI adoptará una posición proactiva, de cara a la ciudadanía, respecto a las acciones y programas del actual gobierno federal, dando seguimiento efectivo de acciones y programas, en sus resultados y en su ejercicio honesto de los recursos públicos. Una encomiable misión que el PRI podría extender a sus gobernadores y alcaldes. Refundarse como contraloría social.

Ante la violencia criminal desatada en los tres primeros lustros del presente siglo, el PRI tiene que hacer causa común con la causa de las miles de familias afectadas, contribuir a cerrar heridas abiertas en el alma de muchos conciudadanos. El "neopri" le ha dedicado en los últimos años mucho tiempo a descifrar las señales del mercado, lo que ha significado desatención, ya es tiempo que escuche y resuelva respecto a la mitigación de la pobreza y la disminución de desigualdades sociales.

La vinculación con la internacional socialdemócrata seguirá siendo decorativa, ya no por favor. Si ha de mantenerse este vínculo que sea un compromiso histórico con la corriente política nacida en el Viejo Mundo en la segunda mitad del siglo XIX, para dar voz e ideas a los que sólo tienen su trabajo a disposición de la sociedad. Por una globalización centrada en las personas, no en las mercancías. (A manera de digresión, igualmente definitorio de la próxima dirigencia será valorar la continuidad de la alianza con el PVEM. Que no tenga peso el vínculo familiar, el yerno de Manlio tendrá que esforzarse por su cuenta y por sus siglas)


Estos tres puntos esbozados darían muestras de un relevo autocrítico. El PRI, los demás partidos, el sistema electoral que los integra se ha engolosinado por servirse así mismo antes que a la sociedad. La marca de la casa no sólo está en respetar los tiempos y las formas, en primer lugar están el respeto a las personas y a la ley. El espejismo de los fuegos fatuos no tiene cabida.

martes, 4 de agosto de 2015

Un reformador anacrónico

El año 2014 fue un año terrible para la imagen del presidente Enrique Peña Nieto. Evito hacer un recordatorio de sucesos en beneficio de la economía de este artículo, escribir sobre hechos profusamente difundidos.

Lo terrible no arredró al mandatario. En 2015 tuvo los arrestos para imponer un ministro en la Corte –Eduardo Medina Mora- y darle una salida al cansancio de Jesús Murillo Karam al frente de la PGR. Se impuso a Arely Gómez como procuradora aun teniendo cuadros más experimentados y de la corte mexiquense, como Alfonso Navarrete Prida. Ambos cambios vistos como una demostración de fuerza –menguante- consumidora de pólvora en infiernitos, sin abonar a la mejora institucional y sí como anticipada red de protección para la segunda mitad de sexenio. De poco sirvieron flamantes servidores públicos, ayer echados para adelante, hoy ostensiblemente deprimidos. Las responsabilidades del encargo han sido un quita risas.

En los tiempos difíciles de la economía mundial, el Presidente reformador se ha visto anacrónico en lo político y la audacia por romper paradigmas se ausenta. El 25 de julio de este año estableció un diktat a la militancia priísta o neopriísta, afirmando o dando a entender que no se hicieran bolas: las decisiones sobre el PRI y del futuro candidato a la presidencia de la república del partido las marco Yo. El reformador se lanzó al túnel del tiempo, mostrando que el diálogo y el acuerdo no pasan por su mejor momento dentro de la fuerza política que representa: como en 1993, 1999, 2006. Se asume el ademán faccioso (Juan Gabriel Valencia, Milenio, 03-06-2015) Peña Nieto apelando a la lealtad tradicional, a lo Bismarck, basada en la ignorancia y la estupidez de los leales*

En las alturas, la sucesión trae desvelos, los cuales quedarían recompensados si las inversiones nos regalaran el prodigio de un crecimiento económico sostenido, más allá de los límites de la mediocridad actual.

El 3 de agosto recién, desde su hábitat mexiquense, para celebración ídem, el presidente Peña, tratando de minimizar el mal fario del deslizamiento del peso respecto al dólar y la caída de los precios del petróleo, aceptó que la economía no va conforme a lo esperado. Con ganas de autoconsolarse y de consolar a la audiencia, profirió un lleno de gracia: otros países están peor. Gracias a la ortodoxia con la que se han manejado las variables macroeconómicas las condiciones no están más peor. Un acto de fe desgatado ante las consecuencias de la tozudez macroeconómica: desigualdad y pobreza.

La macroeconomía como la principal responsabilidad del Ejecutivo. Se entiende dónde quedan otros temas, el de la seguridad y el de la rendición de cuentas, por ejemplo. Temas ambos, también son un atractivo para los inversionistas, de mayor efectividad a la hora de superar desconfianzas. Precisamente lo que no quiere reconocer Peña Nieto y evade a través de sus fugas manidas: la desconfianza evidente de los inversionistas. Para muestra, el desaire a la subasta de campos petrolíferos adscritos a la ronda 1.
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*Así decían los liberales de Bismarck, según Eric Hobsbawm. La Era del Imperio 1875-1914. Editorial Planeta, 2013. P. 96.


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