sábado, 10 de octubre de 2015

Cuestión de principio

Concluye una semana oscura para el grupo gobernante, el presidente Peña Nieto y su equipo. Qué paradoja, fue la semana de la transparencia, un festival desatendido.

Aquí voy a tratar lo oscuro, el apocamiento de lo público por lo privado. Para no caer en los extremos mediáticos, ultras, de la aclamación y la descalificación, reconstruyo una disquisición bastante conocida, de manera simplificada, sobre los principios-guía del mundo Occidental. Qué principios han unificado, orientado, con cierta eficacia y revocación, a la sociedad, la economía, el arte, lo público, lo privado.

El principio religioso montado sobre el nacimiento, la pasión y muerte de Jesús. Una instrucción para la vida terrenal y la esperanza de la salvación. Convocatoria a una comunidad amorosa entre la humanidad no exenta de crímenes, expoliaciones y atentados en contra de la persona. Adscribirse a esta devoción certifica la validez de la actividad política, económica, de los pueblos y la familia (Nótese, no uso la palabra Estado, tampoco mercado)

Sin necesidad de abolir el principio religioso se fue construyendo el principio político de la soberanía del Estado, una nueva fuente de sanción de las actividades humanas. Sustituir el principio religioso por el político requirió siglos y no se consumó en su totalidad. Baste darse cuenta que uno de los constructores de éste segundo principio, quien ya utilizaba la expresión Estado, al referirse al Estado eclesiástico se puso de rodillas y pasó al siguiente capítulo (Nicolás Maquiavelo) Tan difícil la separación de las primeras formas del Estado moderno que éstas sucedían por motivos religiosos. Fueron necesarias revoluciones, guerras de independencia, alzamientos civiles, para que se impusiera el principio político.



No bien terminado de establecerse este principio político y ya había iniciado la construcción del principio económico del libre comercio. En una de sus primeras elaboraciones no negaba la mano de Dios y la necesidad del Estado (Adam Smith) La audacia de darle prioridad al principio económico provino de su crítica, al afirmar a la economía como factor determinante del Estado y demás superestructuras ideológicas, incluida la religión (Karl Marx) Así, el principio político de la soberanía del Estado campeó a sus anchas los siglos XIX y XX. Fue el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, la cabeza de la cruzada para encumbrar el principio del libre mercado. Principio bajo el cual vive la humanidad, con mayor o menor intensidad. Un principio que no reconoce soberanía y evade los Evangelios, ni reconocer límite sólidos frente al uso de los recursos naturales y con límites laxos frente a las actividades delictivas.



Lo hasta aquí escrito no es un rodeo, es plantear la condición de principio exhibida en la semana mencionada al inicio, en específico, la subordinación de lo político a lo económico.

Primera exhibición: La fotografía de tres personajes, profusamente difundida en las redes y algunos medios de la prensa escrita. En ella el empresario mantiene una mirada amenazante y clava sus dedos en las costillas del gobernador. Gobernador manoseado con los brazos alzados, sin ánimo de defenderse, imagen de la vulnerabilidad. El burócrata que testifica el encuentro sin mostrar alarma, mucho menos indignación.

Segunda exhibición: la posición del General encargado de las Fuerza Armadas siempre tiene un perfil de estadista, lo que dice tiene peso y por eso se evita el desgaste de su palabra, expuesta en el contexto de una ceremonia afirmativa de la soberanía del Estado. El general Salvador Cienfuegos, pudo usar el sistema público de radio y televisión o convocar a una conferencia de prensa para plantar una posición oficial, pero se rindió ante una televisora privada al darle la exclusiva de una entrevista. De la entrevista dispuesta para exponer su negativa al escrutinio de agentes extranjeros sobre el Ejército, salta la expresión “mis soldados”. Pero los soldados del Ejército son del Estado mexicano, no son parte de la hacienda del señor secretario.

Tercera exhibición: la firma del acuerdo transpacífico, el nuevo venero de la abundancia, las reformas estructurales y la suma de tratados comerciales suscritos con anterioridad no han sido suficientes para impulsar la economía. Ildefonso Guajardo firmó un compromiso comercial (TTP) a nombre de México, acuerdo sobre el cual no ha informado de manera pormenorizada. Un acuerdo puesto en términos estrictamente comerciales, ignorante de sus ribetes políticos. Y ahí está lo desestimado que hace más oscuro el acuerdo ¿Cuáles son las implicaciones geopolíticas? Lo sabe el secretario o no lo sabe. Si no lo sabe es un irresponsable.


Vale inquirir. Qué es más importante en el actual gobierno y para la clase política, el principio de soberanía del Estado o el de libre comercio.


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