miércoles, 14 de octubre de 2015

Ineludible

Sin pena ni gloria (mediática) el lunes 12 de octubre, Manlio Fabio Beltrones hizo nombramientos y ratificaciones en posiciones del CEN del PRI. Sin duda, de acuerdo a la evaluación personal de cada uno de los que acompañaran al sonorense en su ciclo al frente del instituto político. Beltrones tiene la tarea autoasignada de resolver dos ecuaciones simultáneas, en una está Enrique Peña Nieto y su gabinete, en la otra, los gobernadores priístas. En ambas está la tarea de despejar la incógnita que le abra la candidatura a la presidencia de la república. Como cualquier hijo de vecino, está en su derecho de aspirar a la Presidencia si le apetece. Hasta aquí es un asunto priísta.

Sucede que el mismo día del anuncio de los nombrados, previa e inesperadamente ocurrió un atentado a balazos en contra del exgobernador de Colima, Fernando Medina Peña, del cual salió herido. Los recordatorios en la prensa sobre la carrera política del afectado, para relacionarlo a la lista de la violencia selectiva en contra de políticos priístas padecida en el estado de Colima, están a disposición.

Más allá del atentado que le robó los reflectores a la ya mencionada ceremonia del PRI, la atención tiene que enfocarse a la trayectoria de violencia política de alto impacto, iniciada en 1994 con los asesinatos del candidato priísta Luis Donaldo Colosio y el secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu. No basta con administrar hasta disolver la sensibilidad que conmueven estos acontecimientos en su reiteración, aunque cambien de fecha, lugar y personas. Beltrones no se puede limitar a exigir una investigación del caso Moreno Peña. Como ciudadano y en tanto dirigente de una organización de interés público, que recibe recursos fiscales para su operación, está obligado a darle el mayor nivel de resonancia a su exigencia. Recordémoslo, 1994 ha sido el parteaguas entre el México de paz social y el México bronco de la violencia operada por criminales. El tema trasciende al PRI y nos afecta a todos.

Tampoco MFB puede limitarse a cacarear todos los días las reformas estructurales de la presente administración, también tiene que encabezar acciones dirigidas a la conciencia colectiva, para combatir la violencia criminal, así como a la inseguridad, la impunidad y la corrupción en la que se regodean estos males estructurales. Son estos males los que empañan las reformas y espantan a las inversiones.

Pero si la principal fuerza política sólo hace desplantes de indignación declarativa, sin movilizarse ni movilizar a los ciudadanos, para exigirle a la autoridad, sea está del nivel y partido que sea, con el fin de contener y poner en declive la trayectoria de violencia, entonces estamos fritos.


Sin paz, no hay país. 

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