Ochenta años contemplan al Partido Revolucionario Institucional. De esos años, los nueve últimos los ha vivido fuera de Los Pinos. México ha cambiado y no ha cambiado. Hay democracia y no hay democracia. La alternancia queda opacada, qué tanto una decisión de la sociedad, qué tanto un compromiso con los Estados Unidos hecho por Ernesto Zedillo.
Sacar al PRI de la conducción del Ejecutivo federal se vendió como un México sin crisis. Los hechos de hoy día desmienten esa oferta pues se vive una crisis económica que muchos ya comparan con la de 1929. Desempleo, devaluación de la moneda, caída del crecimiento económico. Los horrores del manejo populista hoy son revividos por los excesos del mercado.
Sacar al PRI de Los Pinos se vendió como el remedio contra la corrupción. La realidad es que la corrupción sigue tan campante que no se encuentra mecanismo para extirparla. La Secretaría de la Función Pública y el Instituto Federal de Acceso a la Información son elefantes blancos.
Felipe Calderón ha querido hacer la distinción al declarar la guerra al crimen organizado y no ha podido someterlo. Ahora se justifica diciendo que es un asunto que heredó del pasado priísta. Hasta el momento el presidente Calderón no ha hecho una denuncia con nombre y apellido de los políticos metidos en arreglos con el narcotráfico, menos ha insinuado que el PAN o algunos panistas hayan sido seducidos por los capos del crimen organizado. Lo cierto es que gracias a esta declaración de guerra hecha en los albores del actual sexenio se ha puesto a la luz pública varias características de la delincuencia organizada que no se exponían tan crudamente en los medios: tienen control sobre territorio, cobran impuestos, mantienen un ejército propio capaz de ejercer la violencia sin límite, tienen base social, aceitan la economía. El crimen organizado es ya un Estado dentro del Estado.
Ni armar un equipo de trabajo capaz, competente, con resultados en una mejor administración de los asuntos públicos. Nada se ha alcanzado con el PAN, ni con Fox, ni con Calderón. Lo peor para éste último es que ya no contó con las reservas petroleras que dilapidó su antecesor. Eso sí, se parecen en su actuación complaciente para hacer cambios en el gabinete. No se dan explicaciones. Lo sucedido con Luis Téllez y Sergio Vela el martes 3 de marzo es el colmo de la torpeza. No sólo no sabemos oficialmente porqué los removieron de sus cargos, se les despide con elogios a su labor. Y si realmente fueron tan cumplidores por qué los despidieron. Eso no se pregunta.
En todo este descrédito que el PAN se ha recetado es ocioso preguntarse si el PRI regresará a conducir el Ejecutivo federal. Lo verdaderamente importante para este país, en tanto Estado, es si realmente podrá acceder su población a una mejor ingesta alimentaria y a una mejor educación, si se podrá reducir la capacidad de hacer daño de los violentos y de los corruptos. Si algún día se podrá acabar el abismo entre la formalidad y la realidad que heredamos de la Colonia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario