No se ha valorado lo suficiente el “accidente” aeronáutico del martes 4 de noviembre. El golpe emocional que ha recibido el presidente Calderón no ha sido superado, lo mantiene, como se diría en el habla deportiva, “groggy”. Se ve un Presidente con la mirada triste. No es para menos, perdió a su alma gemela. Por algo Juan Camilo mereció exequias de héroe, a pesar de que oficialmente se trató de un “accidente”.
La investigación tomó un camino excesivamente técnico-aeronáutico. Hasta ahora no se ha explicado por qué el ministerio público ha estado al margen, al menos mediáticamente. Y si la intervención del secretario Luis Téllez ha sido desproporcionada, con el deliberado propósito de negar el atentado. Peor es la conclusión del otro ministerio público improvisado, Salvador Vega Casillas –gris secretario de la función pública- a quien Milenio Diario le dio las ocho columnas con su declaración de que a JCM lo mató la corrupción ¿Qué es eso? Un enemigo sin nombre y apellido del cual la sociedad se tiene que defender en lo futuro. En el pasado se hablaba de negligencia, se daba nombre y apellido.
Si el joven señor Vega Casillas puede concluir que el “accidente” fue promovido por la corrupción que complete la información, que diga en qué se constituye y quién constituyó el delito, que establezca una demanda penal, si cabe. Sería muy saludable. No lo va a hacer, no tiene el valor de incriminar a la administración actual o a la pasada. La razón es sencilla, la responsabilidad entera pertenece a administraciones panistas. Sería como decir que el PAN mató a Mouriño.
Todavía más confuso resulta la gira por Latinoamérica del presidente Calderón, que más bien parecía fuga. Sin un mensaje claro, consistente. Lo dicho queda para la anécdota, no hay más trascendencia. No se entiende la gira cuando su administración es sacudida por la operación limpieza que instrumentó sobre el aparato de seguridad del gobierno. Es la hora que el ciudadano común no puede despejar la duda sobre la confiabilidad de las policías.
Para rematar esta percepción, un funcionario de la época foxista, Nelson Vargas, no se contuvo más y de plano le dijo a las autoridades que no tienen madre porque no han resuelto nada sobre el secuestro de su hija Silvia, secuestrada en septiembre del año pasado. Se trata de un insulto del cual el gobierno no se pudo sacudir.
Lo dicho, falta consistencia en la acción del gobierno, vacila y tambalea su conductor. Tiene derecho Felipe Calderón a quitar y poner sus colaboradores, pero lo que decida constituye un mensaje. Cuándo se había visto que el Presidente le diera relevancia al cambio de su secretario particular, per se una posición condenada al bajo perfil. Por qué El Yunque accede a esa posición a través de Luis Felipe Bravo Mena, acaso se agotó el grupo compacto. Será casualidad la reaparición de Vicente Fox en la revista ¡Hola! , el homenaje de la Universidad Anáhuac al señor Abascal Carranza.
Con optimismo, José Carreño Carlón barrunta en su colaboración de El Universal, un reinicio del gobierno para cubrir un cuatrienio efectivo de gobierno. Lo contradice la realidad de un gobernante “groggy”, y lo peor, la incapacidad del PAN que ha hecho de su gestión la construcción del no estado, el lugar donde la población y el territorio no están seguros.
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