martes, 9 de febrero de 2010

Ya no hablen mal



No sé si en Los Pinos tengan un apunte pormenorizado de la opinión publicada sobre la gestión de Felipe Calderón, pero que no sale bien librado que ni qué. Si al principio se albergaba el beneficio de la duda para la administración calderonista, a la fecha, ya con el correr de febrero de 2010 se afirma una tendencia nada positiva, la duda se va transformando en la certeza de que el sexenio se echó a perder. El daño sobre el país tiene que iniciar su recuento si se quiere dar un giro que impulse a México hacia adelante, esa es la convocatoria por hacer del actual gobierno, nada de desviar la mirada del acuciante presente a través de la serie Discutamos México. Qué puede ofrecer ese diálogo en el Olimpo a los padres dolientes de la guardería ABC de Hermosillo, en qué se puede atender a los deudos de Pasta de Conchos en Coahuila, qué conforta a los que padecen la inseguridad, qué le contribuye al desempleado, qué puede resarcir a quienes pierden su patrimonio por los desastres naturales y así se puede enlistar todos los problemas concretos de los mexicanos.

El viernes pasado se cumplió un aniversario más de la Constitución de 1917 y el Presidente se empequeñeció ante la efeméride a la que juró cumplir. En los hechos la Constitución le incomoda a Felipe Calderón y padece la estructura jurídica que de ella emana, estructura a la cual aprecia como una fuente de vacíos jurídicos porque no se amolda a la ideología de él y amigos que lo acompañan. Al grupo gobernante le obligan más las prescripciones semanales que hace el semanario católico Desde la fe y las desfondadas recetas del Consenso de Washington, que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Como algunos presidentes en el pasado, a Calderón lo marea un sentido delirante de la trascendencia histórica, con tal vehemencia es esto que está dispuesto a no darle la atención que merece al tiempo presente. Ahora afirma que la desgraciada situación de Ciudad Juárez exige atender la reconstrucción del tejido social. Qué entiende por tejido social, acaso incluye una explicación que dé cuenta de cómo se deterioró ese tejido, es Juárez una muestra del tejido social dañado a lo largo y ancho del país. Son cuestiones que tendría que abordar el Presidente y no limitarse a culpar a pasadas administraciones.

Estas consideraciones no calan, pues a fin de cuentas la crítica es asimilada como hablar mal de México. Ya lo ha dicho Calderón, ya lo repite su esposa recién (Margarita Zavala). La señora Zavala enjuicia al estilo de Martha Sahagún: “Nuestra identidad no es el narcotráfico ni los asesinatos ni los pleitos”. Pues esa es la identificación que se ha producido por la gestión del marido de esta señora, por eso medio mundo ve a México así. Y después de rezongar la dama instruye al pueblo: “tenemos que aprender a hablar bien de México y no a mirarlo con desprecio” Se equivoca la señora Margarita, confunde al país con la persona y los actos fallidos de su cónyuge, que para mala suerte de México es Presidente (Haiga sido como haiga sido)

Por faccioso y por incumplir su juramento, por eso es que se habla mal y se desprecia a Felipe Calderón. Otra actitud y una gestión exitosa forjarían una opinión distinta.

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