lunes, 26 de noviembre de 2012

La demostración


 

La incertidumbre que plantea un nuevo gobierno no sólo tiene visos de resolución en los primeros cien días de gobierno, como ya se expuso. Tampoco se acota con la asunción formal y el discurso inaugural. Para el caso de la especulación sobre el gabinete esta no tendría que ser si se conociera como parte de la propuesta electoral, como lo postuló Andrés Manuel López Obrador.

Si usted quiere ser Presidente dígame por favor quién será su equipo de gobierno. Es una cuestión atendible para una democracia madura, caso que no es el de México.

Esa deficiencia se puede enmendar, superar o arreglar, situándose más allá de la adivinatoria sobre los hombres del Presidente.

Se adelanta, en calidad de trascendido, que el día jueves 29 de noviembre Enrique Peña Nieto anunciará el gabinete, el conjunto de secretarios que lo acompañará en su gobierno. Tinta ha corrido, intereses no se han dicho, pero el ejercicio puede resultar divisorio después del anuncio.

También puede resultar la demostración de la capacidad para formar equipo y conducir del gobernante que accede a la principal representación del Estado. La decisión demostrará de qué está hecho el peñanietismo.

Demostrar que no se trata de cuotas y de cuates, como lo señalara el ayer senador Beltrones respecto al equipo de Felipe Calderón. Apostar, comprometer más bien, por un gabinete al servicio de los gobernados. Exponer desde el principio por qué se ha tomado cada una de las definiciones, qué es lo que se les exige de acuerdo con el puesto y señalar lo que no se les va a tolerar en la desviación del encargo. Que el gabinete se ponga al servicio de los ciudadanos. Así se entendería el sentido del pregón o la proclama de una Presidencia Democrática. Mucho allanaría al gobierno entrante, como desdramatizar la toma de posesión.

Parece sencillo, no lo es. La clase política no es homogénea, ni actúa en el vacío. No se sabe, por otra parte, cuál será la actuación de los grandes capitales, armarán la estampida o impulsarán la espiral inflacionaria. Realmente están dispuestos a cooperar con el nuevo gobierno. Esa incógnita es más sobresaliente que el tamaño de la protesta de la izquierda el día primero de diciembre próximo. Una posible desbandada de capitales no tiene policía ni autoridad que la detenga, pues la economía global es su imperio y de su desastre social nadie se quiere hacer cargo.

La actual encrucijada es el reto para una presidencia que se quiere democrática y está bajo acosos múltiples.

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