lunes, 1 de agosto de 2011

Los intocables y los poderosos





Los escarceos exhibidos en las reuniones del Movimiento por la Paz con Dignidad y Justicia, incluido el del jueves 28 de julio en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, nos revelan que la clase política mexicana se ha desprendido de esa cualidad de intocable del que se invistió en el siglo pasado, esa clase política paternal y autoritaria al mismo tiempo, capaz de producir en el fuero interno de los ciudadanos temor y declinación. Esa clase política ya no puede manotear porque no es bien visto, aunque el extremo, la autoflagelación que vimos en algunos legisladores no sé si sea algo mejor. Entre abrazos y besos, Javier Sicilia nos ha enviado un mensaje: los políticos no son intocables, al menos en un sentido epidérmico. Es el saldo, a ojos vistas de los sucesivos encuentros con los familiares de las víctimas de la guerra de Calderón en contra del crimen organizado, con los representantes del Ejecutivo y del Legislativo.



Resarcir la dignidad de las víctimas, sean muertos o estén desaparecidos, es una obligación que como Estado y como sociedad se tiene que atender. No más muertos sin nombre, ni más nombres sin cuerpo. México tiene una serie de etapas o eventos con el trágico resultado de muertos sin nombre y de desaparecidos. Desde la guerra de independencia, la de reforma, la de revolución, la cristera, la sucia y la que en nuestros días se entabla en contra de la delincuencia organizada. Son tantas almas dejadas al olvido que el hecho parece recurrencia cíclica, funesto destino. Tenemos la oportunidad para que, de una vez por todas, en un solo acto se honre a los muertos sin nombre y a los desaparecidos de la historia nacional, catarsis que nos devuelva tranquilidad y dé auspicio para la reunión de la nación. Pero no es suficiente simbolizar, sería un garlito de engañabobos considerar solamente una unión mística.



Javier Sicilia podría ir más a fondo, no andar con escarceos, ser directo y denunciar los intereses de quienes mantienen y promueven la desigualdad divisora entre mexicanos. El Movimiento por la Paz se dirigió a los políticos, a quienes detentan los poderes formales, les exigió una reforma política que no supone un mundo mejor pues es posible que los beneficiarios de dicha reforma sean los poderes fácticos. Sicilia y sus dolientes no se dirigieron a los poderosos, a los que realmente lo son, pues hace mucho que los políticos sólo están al servicio de los poderosos de veras. Aquella minoría selecta que desde el poder económico tiene comiendo de su mano a los detentadores del poder político. También hay que demandar a quienes se han beneficiado abusivamente de la reprivatización de la banca haciendo de México un paraíso para el capital financiero. También hay que demandar a la industria de la radio y la televisión por mantener algunos contenidos que atentan en contra de la dignidad humana y por lucrar con el sistema electoral. Sólo entonces el país estará en condiciones de acotar al crimen organizado.


Bueno, tampoco se les puede exigir a ciudadanos que mucho hacen con cargar su dolor que se hagan cargo de los problemas del país. Si mi abuela tuviera ruedas.


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