viernes, 30 de junio de 2023

Segunda semana

Hasta que concluya el proceso de selección indicando las manos que tendrán la responsabilidad de conducir a la 4T, la batidora morenista continuará con su batidillo. A Mario Delgado y Citlali Hernández no se les pudo ocurrir un método más austero y transparente. Hay derroche y se oculta de dónde vienen los recursos. Es un proceso corrosivo antes que edificante. Por el bien de todos, la selección se pudo haber limitado a un concurso de debates y la aplicación de la encuesta. Los participantes son personajes públicos, no son unos desconocidos.


Bajo el reflector se puede apreciar lo siguiente:

Claudia Sheinbaum, para bien o para mal, está arropada por el aparato partidista y de distintos niveles de gobierno. A pesar de esa ventaja generadora de un desnivel en la competencia, el carácter de la aspirante no le ayuda mucho. Que se muestre cansada es normal, pero que se enoje con facilidad. Pero lo más debilitante, mostrarse adherida al personaje AMLO. Eso le impide despegar un perfil propio de acuerdo con los retos por venir. Oscila entre los reflejos de una activista y las instrucciones de su asesor de imagen. Ponen a Sheinbaum en una tensión innecesaria.


Adán Augusto está jugando en calidad de back up o respaldo, por si se cae el sistema. Esto es, la eventualidad de un río fuera de cauce o desmadrado. Como tabasqueño sabe de eso.

Marcelo Ebrard, con la adversidad o la ventaja de no tener al aparato como sostén principal, desde ya lo coloca como la opción no impuesta. El pueblo no es tonto, identifica la imposición y la rechaza. Sin templete, ni vallas, fabrica entornos enfocados en la escucha de la diversidad social y se da la oportunidad de captar propuestas para consolidar y mejorar a la 4T. No la tiene fácil frente a las ingentes presiones del aparato. La más visible proviene del periodismo subvencionado desde oficinas públicas. Por lo mismo, de resultar vencedor en el sondeo de agosto próximo, se haría de una legitimidad propia. Esto es algo que no tolera el sistema político mexicano, que es vertical y presidencialista. De eso padeció López Obrador, hasta que la fortuna le ofrendó una división entre el PRI y el PAN en el 2018.

De los otros aspirantes a conducir la 4T, lo único que se puede recuperar es lo versado en la ronda infantil, “los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán.”

Por su parte, la oposición se mueve al son que le marque el partido en el poder, también quiere su encuesta. Para ello presenta un elenco sacado del almanaque, pues varios de los mencionados representan a jefes de sexenios anteriores. A Luis Echeverría, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Vicente Fox, bueno, hasta Porfirio Díaz tiene su emisario.



 

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