Vaya pues, estamos en pleno año
electoral, en la búsqueda de cargos para no hacerse cargo y que no les hagan
cargos. De soslayo y con desdén, pasan días y noches, no obstante, el país no
se desprende del color de la noche de Iguala (26-09-2014)
El actual gobierno quiso escribir
–persiste en ello- una historia sin relatos de crímenes perpetrados por la
delincuencia organizada. Por eso, al conjuro del Pacto por México, decidió
escribir la épica rosa –recordemos que para hacer comedia hace falta histrión.
Una guerra de incruentas batallas reformadoras para mover a México, una vez
más, hacia la prosperidad, cambiando paradigmas y destruyendo mitos. Todavía el
primero de septiembre próximo pasado el ejercicio gubernamental se condensaba
en un enunciado: poner las reformas en acción. Pero el destino quiso que los relatos
sangrientos también vinieran desde la autoridad municipal, sin olvidar que antes,
Tlatlaya, donde se ajusticiaron supuestos delincuentes por parte de una
patrulla militar, había pasado como si nada.
En el camino, sin querer admitir
lo evidente y profuso, el drama siciliano
se interpuso. El color de la noche de Iguala se pintó con una familia ávida de
dinero sucio, dispuesta al asesinato, sin hacerle remilgos a la corrupción,
confiada en la impunidad otorgada por una red de complicidades.
Del drama siciliano se ha colgado la épica roja de la coordinadora estatal de
trabajadores de la educación de Guerrero, en una pretendida carambola por echar
abajo la épica rosa de las reformas de Peña Nieto.
El gobierno, en su papel de
encomiar los logros reformadores, los mantiene como principal tema de
comunicación, sin comprender que esos logros supuestos están en peligro sino se
desmonta la puesta en escena del drama siciliano
que no se limita a la representación de Iguala. Éste se escenifica en
Michoacán, Jalisco y Colima; Baja California y Sinaloa; Chihuahua, Coahuila y
Nuevo León; Tamaulipas y Veracruz. ¡Uff!
Desmontar el drama en cuestión
significa reducir los asesinatos dolosos, la corrupción, la impunidad, las
complicidades. Una tarea que no se puede circunscribir a la responsabilidad del
Presidente y su gabinete de seguridad, exige la colaboración de toda la
administración pública federal, a través de sus delegaciones y similares, distribuidas
a lo largo y ancho de la república.
Desmontar el drama siciliano no
se restringe a una competencia federal, compromete a gobernadores y presidentes
municipales, pues es en su territorio donde se actúa infausta representación ¿Qué
están haciendo con efectividad? Conocen o no conocen la densidad del crimen
organizado en sus respectivas jurisdicciones, o se hacen patos. Quieren que
haya elecciones sin excepción, quieren que crezca la economía, pues tienen que
contribuir decididamente a despintar con enjundia el color de la noche de
Iguala más allá de ése municipio.
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