Despejar el terreno informativo
de la basura sucesoria que arrojan los aspirantes a la presidencia de la
república y sus narradores. Tomar en cuenta la relevancia del presente y las consecuencias del
pasado inmediato, todas ellas inadvertidas por los poderosos. De eso trato en
esta ocasión sin siquiera salvar el fastidio de la repetición.
El terremoto del 19 de
septiembre, desde su vivencia en la ciudad de México, dejó al descubierto la más
joven de las democracias de la república mexicana, su baja calidad o su calidad
de botín para los políticos o burócratas, son expresión de una pluralidad
ficticia: la corrupción los identifica, los hace homogéneos. Edificios
colapsados en la ciudad de México, algunos, corresponden a manejos corruptos
entre autoridades y empresas inmobiliarias.
Otro tema relevante es la
renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En la cuarta
ronda de negociaciones, celebrada de nuevo en Washington D. C., nos ofrece la
coincidencia entre Canadá y los Estados Unidos de plantear la exclusión de
México del TLC. Precisamente la joya del régimen tecnocrático que puso a México
en el primer mundo sin considerar los endebles cimientos de esa colocación.
Ahora resulta que México es un socio incómodo para hacer un trío.
Está muy contaminado el ambiente
de cielos claros que prometieron las reformas modernizadoras, las recientes y
las precedentes, de Carlos Salinas a Enrique Peña.
Algo se quebró en el diseño no
escrito de la modernización de entre siglos, pero es imposible ocultar el
acuerdo tácito entre la élite política y económica. El enriquecimiento
desmesurado de los políticos y la ventaja de algunas empresas, nacionales y
extranjeras, para enriquecerse despiadadamente. Este fue el pacto corrupto de
la liberalización económica, capturar para unos pocos la operación del “libre
comercio”.
Partidos dóciles en el proceso
legislativo de reducción del Estado. Empresas beneficiadas para sacarle la
vuelta a la competencia: Carso, Televisa, TV Azteca, Industrial Minera México,
Grupo Bailleres, Bimbo y una larga lista que incluye actividades financieras,
de la construcción.
El cuento de hadas de la democracia
electoral y del libre comercio ha dejado una historia de horror digna de un
escritor romántico. La criminalidad, la inseguridad se han convertido en
pesadilla de la que nadie se hace responsable, desde el Estado lo ven como un
problema estrictamente policiaco y de presupuesto público, este último siempre
insuficiente. No solamente se ha perdido la batalla para reducir los márgenes de
operación del crimen y la consecuente inseguridad. También se han encarecido
otros servicios básicos del Estado: educación y salud, promoviendo y
enalteciendo su gestión privada. El derecho laboral (incluida la existencia
post laboral) se modificó para depauperar a los trabajadores. Eso sí, se formó
el derecho ambiental que se tuerce cada vez que una empresa quiere abrir un
negocio para usufructuar los recursos naturales o si se trata de encubrir
actividades empresariales notoriamente contaminantes.
Así las cosas, alguien puede
insistir en que vamos por el camino correcto. Ya se desmanteló al Estado, la sociedad mexicana se ha quebrado.
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