Enrique Peña Nieto está decidido
a continuar su esquema de reformas, el tramo legislativo ya corre en varias de
ellas y están pendientes los proyectos sobre reforma hacendaria y energética.
Formalmente la conclusión de las reformas podría ocurrir en los primeros dos
años del actual gobierno. Idealmente se podrían tener las reformas que México
necesita, como les gusta decir a políticos y empresarios.
Lo que no se incluye en las
reformas es la transformación cultural requerida, considerar las condiciones y
las expectativas bajo las que realmente se mueve la sociedad pues no se trata
de una sociedad inmóvil o totalmente apática. El modelo de libre mercado como
propuesta única de generación de riqueza y fundamento de la armonía social es
insostenible cuando existe un persistente incumplimiento del Estado de derecho,
donde la competencia no se da en el terreno de la calidad y los bajos precios,
sino que se soporta en la pauperización del trabajador y el desempleo, en
condiciones de monopolio, en el uso indebido de información privilegiada
supuestamente resguardada por el Estado para hacer efectiva la libre
competencia.
Una economía donde además la estafa,
la exacción, la extorsión, el fraude se convierte en el rostro visible y poco
sancionado de las imperfecciones del mercado cuya consecuencia es mantenernos
inmersos en la guerra de todos contra todos, sin que el Estado que para eso se
estableció (Th. Hobbes) tenga la capacidad de someter a los infractores de la
ley. El Estado hace mucho perdió la iniciativa educativa, la manera culta y consentida
de formar ciudadanos como alguna vez se pretendió. Las relaciones en el mercado también proporcionan adopciones culturales que
se resuelven con publicidad engañosa, la conducta abusiva – de manera destacada
los bancos- el regateo de la economía informal, la mala educación de la industria
del entretenimiento entre otros elementos que conforman una competencia
defectuosa, que no es virtuosa.
En el camino se dio todo un desaprendizaje
sobre la amabilidad, el respeto, la consideración del Tú (M. Buber) en aras de
una competencia que a fin de cuentas resulta autodestructiva, de las personas y
del medio ambiente. Así las cosas, no por casualidad ha emergido el crimen
organizado bajo la lógica del dejar hacer, dejar pasar.
Bajo estas consideraciones las
reformas serán insuficientes para transformar a México, salvo que se considere
el principio de la cooperación para hacer realidad los propósitos trasformadores
del actual gobierno. No sólo se requiere competir, es indispensable la
cooperación.
Si se tomara en serio el
significado de cooperar “Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin.”
Muchas cosas buenas le vendrían al país, pero no está en el diccionario del
capitalismo salvaje que prefiere utilizar sustitutos como la expresión sinergia.
Transformar a México es posible
mediante la gran cooperación.
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