viernes, 26 de agosto de 2016

Las cuitas del joven Peña

Estoy consciente de que el conflicto magisterial requiere de una salida sin violencia, aunque sé de opiniones en sentido contrario. También estoy consciente de que hay prioridades en la agenda nacional que al igual que la educación, merecen atención: seguridad, medio ambiente. Pero la agenda mediática dicta otras prioridades no menos importantes y relacionadas con la disputa política, sobre todo en el contexto de la sucesión presidencial y de las facturas por cobrar a la cuenta del presidente Enrique Peña Nieto, pues según sus propias palabras, ha afectado intereses.

Por eso un reportaje, con puntería de francotirador, ha convocado a Tirios y Troyanos: el plagio encontrado en la tesis de licenciatura de Peña Nieto. Una falta que hace veinticinco años debió haber encontrado la Universidad Panamericana, ahora el golpeteo político saca a la luz pública. Como en otras imputaciones, la respuesta presidencial se amuralla en la negación y contraataca descalificando al mensajero, pues eso es el portal Aristegui Noticias.

El reportaje en cuestión sí tiene relevancia. No puede minimizarse el plagio como un error de estilo o el supuesto de un entrecomillado que desapareció del texto “original” (A estas alturas, difícilmente se puede hablar de originalidad) Lo más importante, no conformarnos y solazarnos con el engaño como estilo de vida. Si por algo las sociedades han construido instituciones para formar un Estado de derecho, eso es, entre otras cosas, para inhibir a los tramposos. En unos países con mayor que en otros. Pero si desde la más alta investidura política se da el mal ejemplo, cómo realmente se espera reformar a México y no me refiero sólo a cambios en las leyes otorgando jugosos bonos a los legisladores ¿Así se reforma?

La comisión del plagio da pauta para imaginar la escuela de vida de Peña Nieto, sería injusto visualizarlo como un académico. Es un ejemplo del triunfo del lírico por sobre la formación escolarizada. Escuchar, ver, reproducir actuaciones ejemplares miméticamente. Leer, escribir, hacer operaciones matemáticas queda en segundo plano. Ser un chico listo. Ese desempeño lírico que no sólo se da entre los políticos, también entre los empresarios. Por algo sus actividades no requieren de certificación, tampoco de evaluación. Habiendo otros medios al éxito la formación profesional no exige rigor, eso se cree y lo cree mucha gente. Y este tema es el déficit del equipo de reporteros dirigidos bajo la batuta de Carmen Aristegui, sin acercamiento biográfico al personaje, ni entrevistas a sus compañeros de estudios.

Imaginémonos un niño nutrido de anécdotas relacionadas con las celebridades de Atlacomulco, contadas con el magnetismo de los cuentos infantiles. Ya en su adolescencia visita el rancho Don Catarino y queda asombrado por la presencia imponente de un político, en ese entonces Regente del Departamento del Distrito Federal, Carlos Hank González; ya joven, un pariente que también ha sido gobernador del Estado de México, es nombrado secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, Alfredo del Mazo González; cambio de sexenio y de nuevo Hank González en el gabinete, regresa el profesor a pavonear su leyenda de Rey Midas; para cuando llegó Ernesto Zedillo a la presidencia, el Grupo Atlacomulco no hace un gran papel, ni Emilio Chuayffet, ni Ignacio Pichardo. Pero el aprendizaje no se detiene para el ya adulto Peña Nieto, para eso la ayuda el tío sentimental, Arturo Montiel, también gobernador del Estado de México. Cuántas enseñanzas de élite política recibió quien hoy es el Presidente.

En esa carrera de la vida fuera de las aulas, que discurre como en el ensueño de un principado, en la regla del intercambio de favores y la satisfacción de venganza en contra de los que no se dejan seducir por los regalos y, además, ofrecen resistencia a los caprichos de quienes gobiernan. En ese ambiente donde se vive la largueza de la impunidad para los amigos y se impone el abuso de poder sobre los enemigos. Ahí se encuentran los aprendizajes que modelarán el posterior actuar político. La desgracia de Peña y, por consecuencia, de todos sus gobernados, es que no gobierna como presidente de la república, se ajusta a ser la cabeza del principado de Atlacomulco.

Una heráldica posible de éste principado tendría inscripto a su alrededor las siguientes frases: “Un político pobre, es un pobre político” “Soy actor, no autor”.


Sirva esto para entender el plagio de la tesis.

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