Lo verdaderamente extraordinario del primero de septiembre no fue la modificación del formato del Informe presidencial, lo que coloquialmente se dio en llamar el día del presidente. No, lo que es de llamar la atención es que el presidente Calderón y su equipo no hayan elaborado un mensaje. La modificación del formato no incluyó la prohibición de mandar un mensaje a la población, una idea u orientación del curso de la nación. A fin de cuentas, el mensaje siempre ha sido más relevante que el Informe mismo. Ni la publicidad, ni las entrevistas que ha prodigado Felipe Calderón han dejado claro un mensaje sobre el cual las élites encuentren materia de opinión. En este momento nadie comenta lo que dijo el Presidente porque no dijo nada.
El mensaje o los mensajes fueron encargados a sus colaboradores. En particular, los secretario en Gobernación y Seguridad Pública se han enganchado con el tema las diferencias dentro del Gabinete y la eventual renuncia de sus miembros. Cada uno por su lado, JC Mouriño y Genaro García Luna, han afirmado que no hay división en el equipo presidencial, que se trata de diferencias normales dice uno, que se trata de una idea creada a nivel mediático, dice el otro. Pero tratándose de la seguridad no son admisibles las diferencias, ni atribuibles a un simple fenómeno mediático. Y cuando les preguntan a ambos por separado si van a renunciar, los dos dan similar respuesta: a mi me puso el Presidente y él decide si me remueve. Lo mismo que dijo Francisco Ramírez Acuña antes de su renuncia como primer encargado de gobernación en la actual administración.
No se despejan percepciones sobre la descoordinación dentro del Gabinete. Por el contrario, circula información de otra fuente que dice lo contrario. En su columna semanal de Milenio Diario (03-09-08), el especialista en las Fuerzas Armadas Javier Ibarrola tiene otra versión que vale citarla en extenso:
“Por más que el propio presidente Felipe Calderón tome tan a la ligera las voces de quienes llaman a su derrocamiento y a un rompimiento constitucional, aunadas incluso a las que llaman "atentado" el accidente que tuvo montando en bicicleta, el tema encierra algo más que la calentura de unos pocos.
“Contrario a lo que igualmente ha sucedido en otros gobiernos, el detonante de esta animadversión es sin duda lo que el gobierno hace o no hace en el terreno de la seguridad pública.
“El tema de la seguridad se ha convertido en bandera político-electoral desde hace más de 30 años, y quienes la enarbolan difícilmente han llegado a concretar sus planes de acción, hasta que todos nos volvimos rehenes de una delincuencia que aprovechó muy bien el hecho de que el único aglutinante de la sociedad y su gobierno, es la corrupción.”
Y dice más: “La inseguridad pública difícilmente se va a solucionar con reuniones palaciegas o marchas iluminadoras, porque al final de cuentas hay quien, con sus alianzas, quiere controlar todo el sistema de inteligencia del país, sembrando, además, confusión con mensajes manteleros supuestamente del narcotráfico en contra del Ejército.
“Y si se tratara de un solo hombre no habría mayor problema, pero cuando un solo hombre encabeza a un grupo de grandes alcances, que igual conjugan capacidad y perversidad, el problema se agrava.
“En círculos militares se contempla con desasosiego el hecho de que una sola institución intente cubrir las instalaciones vitales de las secretarías de Estado para controlar la información que emana de ellas.”
La Conclusión es escalofriante: “Apenas en febrero pasado el presidente Calderón llamó a la nación a un gran Plan Nacional por la Legalidad y la Seguridad, y no pasó nada. Hoy, el acuerdo para lo mismo, recién firmado en Palacio Nacional con un articulado de 75 puntos, apunta a tener el mismo fin, con las agravantes expuestas.
“Por eso también el Ejército, aunque en esta ocasión parece haber quedado relegado del acuerdo, refrenda su adhesión a los intentos presidenciales.
“Todo andará, como lo dice también el alto mando militar, siempre y cuando la nación sepa –-y debe saberlo-– “en qué trinchera se encuentra cada quien”.
“Y quien comanda la trinchera es el Presidente. Si el Presidente no sabe en qué trinchera se encuentra cada quien, todo está perdido, incluyéndolo a él.”
Por los trascrito vale preguntar ¿Y el mensaje?
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