sábado, 11 de octubre de 2008

Lastre


El jueves se trasmitió por televisión un mensaje notoriamente editado del presidente Calderón. El propósito, anunciar las medidas del plan anticrisis que una a una se iban leyendo según aparecían en el telepromter (O como se le llame) Vimos un Presidente preocupado, distante de aquel que se ufanaba emocionado por la adversidad. No obstante, el mensaje quiso ser esperanzador, una catarata de cifras del gasto público por venir, como en los viejos tiempos lopezportilistas. Ay! Qué tiempos señor Don Jolopo. Es bueno que se aspire a lograr crecimiento en épocas pinceladas en el paisaje de la recesión.

Si las decisiones fueron mejores o a tiempo ya es otra cosa, en los hechos, contra los especuladores no hay otra defensa que sus rendimientos decrecientes. Por lo pronto, nos guste o no, es el tiempo de su voracidad. ¿Cómo es posible que en una hora se hayan engullido seis mil millones de dólares que lanzó al mercado el Banco de México de sus reservas? Siendo sinceros, las medidas que adoptan los gobiernos, no sólo el de Calderón, no garantizan ser las mejores en un mundo entregado a la especulación por más de tres décadas o desde la caída del muro de Berlín.

Ya comentamos la importancia de la solidaridad social del gran capital, solidaridad que brilla por su ausencia. Según reportes periodísticos ha sido el capital financiero, los bancos, los principales compradores de dólares ofertados por Banxico. El asunto que no ha sido explícito en el plan de gasto calderonista para evitar la recesión es informar sobre la fuente de la cual se pretende financiar el gasto, a excepción de la nueva refinería que se hará con los ahorros de PEMEX. Sería saludable que el gobierno fuera explícito.

También se ha insistido en el cambio de gabinete. El gabinete actual está desgastado, no se le tiene respeto y, sin embargo, se le mantiene. Peor cuando es de todos sabido que no es congruente con el plan anticrisis, pues los actuales titulares de despacho se han destacado por ser los campeones del subejercicio, empezando por Cárdenas Jiménez y Luis Téllez.

Adicionalmente, un nuevo gabinete bien pensado sería como una bocanada de confianza para un gobierno que no la ha tenido fácil. La llamada guerra contra el narcotráfico está lejos de ganarse. La alianza con el magisterio se ha vuelto desestabilizadora, no se les puede pedir el voto para después irse en contra de sus derechos adquiridos. Los sucesos de Morelos de desobediencia civil, y los consecuentes desalojos, ponen al gobierno al filo de la navaja.

El capitán de la nave debe decidir ya si tira el lastre y pacta desde ahora un arreglo de doble propósito, la estabilidad política y el mínimo crecimiento económico.

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