Año viejo, 2010.
La cuenta de los días, su curso político desde la aldea del México actual. Con información del dominio público. Retórica e interpretación del autor, totalmente compartibles o descartables. Una manera de buscar alacranes debajo de las piedras. Contraveneno del maniqueísmo. Después de todo, todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.
viernes, 31 de diciembre de 2010
Propósitos diabólicos
Año viejo, 2010.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Sin ti no soy yo
martes, 21 de diciembre de 2010
Para desenmascarar
jueves, 16 de diciembre de 2010
Profesional de la deturpación
lunes, 13 de diciembre de 2010
Augusto Calderón / Felipe Pinochet
miércoles, 8 de diciembre de 2010
El cinismo tiene permiso
viernes, 3 de diciembre de 2010
La debacle de calderón news
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Catilinaria ¿a destiempo?
lunes, 29 de noviembre de 2010
El viejo, los viejos
viernes, 26 de noviembre de 2010
Hecha como una mecha
lunes, 22 de noviembre de 2010
Fin de fiesta
viernes, 19 de noviembre de 2010
¿Ha muerto la clase política?
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Y a ti ¿Te gustó?
jueves, 11 de noviembre de 2010
Del pacto corporativo al regateo corporativo
En estos tiempos del nuevo siglo, se es dado concluir que antes las cosas eran mejor para el país. La razón, justificada, es que las cosas están peor. Ello no debe alentar la ilusión por el pasado. No, nada de eso.
Se requiere encontrar la diferencia más precisa en el antes y después, enfocando una continuidad sobresaliente: el corporativismo.
Se decía que antes había un pacto corporativo debidamente representado en la Constitución y que para efectos de la praxis discurría sobre el eje Presidente de la república y partido oficial. El interés de los ciudadanos quedaba a resguardo al interés corporativo, de manera ejemplar en la Confederación de Trabajadores de México y en la Confederación Nacional Campesina. Los empresarios realizaban su interés en la sumisión, hasta llegó a declarar uno de sus próceres ser soldado del PRI. Bien compactado, el interés de las corporaciones hacía irrelevantes a la oposición partidaria, el ejército era fiel en su bajo perfil y las iglesias estaban debidamente confinadas a un asunto privado de conciencia que no merecía tener efectos públicos. Eran los términos, grosso modo, del pacto corporativo.
En el nombre de los ciudadanos, ahora tenemos un reordenamiento de los intereses corporativos que no fue de la noche a la mañana. Fue un proceso de disputa política desde frentes distintos, antagónicos se podría decir, desde las corporaciones empresariales hasta los grupos políticos de izquierda. Ese reordenamiento ha puesto por delante el interés de los empresarios, de los grandes empresarios cabe precisar, también le da un foro público a las iglesias. Incluso el ejército, por efecto del combate al crimen organizado, está mejor compensado a la hora de repartir los recursos públicos. La CTM y la CNC hace tiempo que quedaron relegadas, en cambio, los que se alinearon al reordenamiento han sido bien compensados, es el caso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que hasta su propio partido tiene.
Roto el pacto corporativo cada fuerza se siente con los merecimientos propios para hacer valer sus propios intereses. El regateo es la especialidad en la que se han metido a costa del país y de la ciudadanía. Los mismos partidos están más al servicio de poderes fácticos que de la ciudadanía. Los entes autónomos que se crearon, como la CNDH y el IFE, no alcanzan a ser captados en beneficio de los ciudadanos cuando ya son capturados por partidos y corporaciones, también por los gobiernos. Estos últimos, en tratándose de las gubernaturas y sus titulares, se convierten en poderes que le entran abiertamente al regateo. Las grandes empresas de la comunicación también piden su rebanada. Así, quien esté fuera del maremágnum corporativo, el ciudadano de a pie, queda marginado. No es raro que entonces surja la corporación delincuencial, el crimen organizado, como una alternativa negativa para quienes quedan fuera de los intereses creados en detrimento del derecho público.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Ah chinga
Nos ha conmovido El Universal con sus ocho columnas del día de hoy: “Universidades, un "coctel explosivo". Se refiere, hay que precisarlo, a las universidades públicas. No es el tratamiento de una noticia en sí. Más bien se trata de una consulta a Rectores de diversas universidades e investigadores sobre el tema, con un propósito deliberadamente polémico, discutir la universidad pública. Me recuerda aquella estrambótica declaración de un bronco panista fallecido en un accidente carretero, Manuel J. Clouthier, quien decía que las universidades públicas eran lúmpenes de degradación. Bueno, así suena este leñazo.
El contenido del artículo reporteril y de investigación no es más que una acumulación de parcialidades, sin hilo conductor manifiesto, que no se redondea con una propuesta. Es más, parece ser parte de la avalancha informativa sobre las incapacidades financieras del sector público, que se agrega al tema de las pensiones que ya ha rebotado en la prensa en los últimos días. Tema que, por cierto, roba a muchos la esperanza a una vejez con dignidad. Una mancha más al jaguar de las desgracias nacionales en tiempos del PAN.
Se deja de lado el impacto del modelo económico, que en su insistencia por disminuir lo público ha terminado por debilitar un mecanismo de movilidad social como la educación pública en general, que incluye a la educación superior que se sostiene con recursos fiscales.
Pero creo que las universidades tienen a su alcance un medio para superar estos tiempos difíciles y requieren un genuino ejercicio de autocrítica. No todo es lanzar goyas. Y lo sabe la antropóloga Linda Manzanilla, quien al ser reconocida por la UNAM al otorgarle el Doctorado Honoris Causa el 23 de septiembre pasado se pronunció: “Acusó que una tercera parte del personal académico de la Universidad no trabaja y que existen prácticas de hostigamiento, robo de investigaciones, difamación, falta de ética, boicot, espionaje y calumnias que demandó ante el principal claustro universitario sean erradicadas si se quiere que la UNAM siga siendo grande”.Denuncian prácticas nocivas en la UNAM
Algo que está al alcance de las autoridades universitarias es reparar esas anomalías. Verificar que algunos académicos no adquieran el don de la omnipresencia, así como dicen del Chapo Guzmán, que aparecen por aquí, por allá y acullá, acumulando tiempos completos en instituciones públicas o estar pendientes que los investigadores no se plagien el trabajo de los jóvenes que quieren destacarse en la investigación.
Si el Dr. José Narro Robles, así como otros rectores de universidades públicas, pasaran la escoba sobre las malas prácticas, muchos mexicanos tendrían fundada razón para la esperanza.
jueves, 4 de noviembre de 2010
En qué momento el IFE
La elección de tres nuevos consejeros electorales del Instituto Federal Electoral, para sustituir a los tres que ya cumplieron su ciclo, se encuentra detenida. En la Cámara de Diputados, epicentro de la definición, se cruzan acusaciones. Con distinta argumentación, en un mismo diario se concluyen profecías tremendistas, es el caso de José Carreño Carlón (Muertos y crisis a la vista) y Mauricio Merino (Por favor, no hagan lo que ya hicieron).
El asunto es que al IFE ya le pesa desde hace tiempo su “inmaculado” prestigio. Resulta ser que dentro de las instituciones del Estado mexicano el IFE representa el descendiente albino, admirado por su rareza respecto a sus consanguíneos. Imparcialidad, legalidad, transparencia son la rueda de molino a deglutir y desde hace tiempo el cuerpo político la está regurgitando. Cuando una imagen se va distanciando de la realidad vale el dicho, el hábito no hace al monje. Estimados, no le hagan al monje.
El centro de la controversia es una gran mentira de la que todos se han hecho de la vista gorda: para ser consejero se debe prescindir de ideología política o partidista. Con ese supuesto, difícil es encontrar a la persona adecuada. Ése no es el quid, para ser consejero electoral es importante tener conocimiento sobre la materia y someterse en todo momento a las obligaciones de ley que tiene todo servidor público, condiciones que no admiten simulación.
Más que argumentar sobre la base de un futuro ominoso que amenaza a la democracia mexicana, habría que escarbar en los antecedentes que torcieron a la institución. En qué momento el IFE fue seducido por el Doktor Faustus. Pudo haber sido en la refundación zedillista del IFE, que fundamentó la integridad de dicho Instituto en un presupuesto más que generoso para que el dinero del narcotráfico o de grupos de interés no corrompiera a la democracia. Subrepticiamente se creó un botín más con recursos fiscales.
Más relacionado al actual debate sobre la partidización del IFE, el punto de quiebre fue el arribo de consejeros que ocultaron su identidad respecto a específicos intereses partidistas que defienden. Los Creel, Lujambio y Molinar Horcasitas, quienes no tuvieron la prudencia de reorientar su vida hacia la academia o al activismo dentro de organizaciones civiles, incluso la actividad empresarial o el ejercicio de la profesión liberal. En ese momento evidenciaron que el IFE era un trampolín magnifico para acceder a puestos políticos. Después de eso y conociendo lo que han hecho los personajes mencionados por su apellido ¿Es creíble que la legalidad, la imparcialidad y la transparencia habiten a plenitud en las instalaciones de Periférico Sur y Viaducto Tlalpan?
martes, 2 de noviembre de 2010
Retorcimiento de las instituciones
En las expresiones combate al crimen organizado, guerra al narcotráfico o diálogos por la seguridad, se encuentra un retorcimiento de las instituciones que desde el actual gobierno se ha operado. En una misma licuadora se ha puesto a la Secretaría de la Defensa, a la Secretaría de Marina, a la Secretaría de Seguridad Pública Federal y a la Procuraduría General de la República, depedencias que periódicamente son convocadas en el seno del Consejo Nacional de Seguridad para producir un brebaje que la sociedad y parte de los medios no están dispuestos a tragar.
Lo de arriba viene a cuento porque en noviembre del año 2001 se puso en marcha la Agencia Federal de Investigación Federal, hace nueve años. La ordenó el presidente que hizo poco para contener a la delincuencia según su sucesor (Fox fundó el organismo/Calderón descalificó al padre de la criatura) Haciendo a un lado dimes y diretes de distinguidos panistas, nueve años serían suficientes para hacer una evaluación de lo realizado por la AFI y ocasión para hacer contraste con desaparecida Policía Judicial Federal. Ejercicio que si se ha hecho no es del dominio público y difícilmente lo será, pues la mayoría de la información que procede de la PGR y sus entes se encuentra a reserva en su propio reino de opacidad, lejos de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental que se promulgó en tiempos de Fox ¿Otro desacierto?
Por el énfasis que le ha puesto la actual administración a la erradicación de la delincuencia organizada, la AFI debería estar bajo reflectores pues es la institución que tiene como misión “Ser auxiliar eficaz del Ministerio Público de la Federación para la investigación y persecución de delitos del orden federal y de aquellos que siendo del fuero común afectan la seguridad nacional o sean atraídos por el ámbito federal y cuya actuación deberá ser con estricta observancia a la legalidad y respeto a los derechos humanos, ésta es su razón de ser.” Pero esa es la retórica de una supuesta planeación estratégica. Más pleonasmo o así está bien.
A cargo de la AFI está el combate al narcotráfico y a la corrupción, no obstante su presencia ha sido discreta, gris, opacada por los operativos del Ejército, la Marina y la Policía Federal Preventiva. La Agencia, que en su momento se le presumió como el FBI mexicano, a saber porqué, ha quedado rezagada dentro del gabinete de seguridad, presupuestalmente no ha sido bien acompañada, languidece en el semiostracismo. A su titular, el almirante Wilfredo Robledo, le han secado las ansías protagónicas que en otros puestos policíacos desplegó. Su jefe inmediato, el procurador Arturo Chávez Chávez, ha mostrado poco ánimo para proyectar hacia adelante a la Agencia en cuestión. Ni siquiera le merece al procurador hacer una buena convocatoria en el aniversario de la dependencia, le dedica un discurso con malos trazos.
El derrotero sin gloria de la AFI está relacionado con una conducción del Ejecutivo que no ha sabido alinear al gabinete de seguridad, empezando por no darle su lugar a la AFI que formalmente estaría en la punta de lanza de la acción policiaca en contra de la delincuencia. Será acaso porque desde el gobierno se desacredita a las instituciones, que en el inconsciente del panista opositor que aun vive en Calderón, siguen siendo representaciones del mal gobierno.
jueves, 28 de octubre de 2010
Es un país
Donde las malas noticias se cosechan por toneladas. Apenas ayer miércoles 27 de octubre, la prensa consignaba escalas de agencias internacionales que califican a México con menos vigor democrático y más corrupción, menos próspero también. Peor todavía, hay gente que se mata al disputarse el negocio de las drogas y la competencia entre delincuentes apura el ajusticiamiento. En seis días se han dado cuatro masacres con un blanco común: jóvenes. Tiernas vidas cegadas, se podría decir. Por no mencionar las no tan tiernas que caen sin alcanzarse el número preciso en su contabilidad, pues existen las muertes ligadas al combate oficial y dinámica propia del crimen organizado no enteradas a través de los medios.
La situación es tal, que el optimismo se ha convertido en una burda simulación, a fin de cuentas la inversión sigue llegando según Ernesto Cordero, pese a la corrupción. Antes hubo declaración similar cuando se le cuestionó sobre los efectos de la inseguridad en la captación de capitales externos. Los diálogos por la seguridad se han hecho itinerantes, su estación reciente Morelos. Diálogos desplegados en un auditorio controlado, como los que denuncia Alonso Lujambio de Peña Nieto, donde Felipe Calderón ejercita su monólogo del vamos bien, en el camino correcto, sangriento e inevitable, por el que nunca se hace esquina con la justicia. Tal parece que el crimen se ha convertido en simple materia estadística, sin consecuencias penales.
Son de tal magnitud los retos de la seguridad, del crecimiento económico, del escrutinio público, por mencionar algunos, que resulta indignante el ocluir esos retos con el tema de la sucesión que está presente en la identificación mediática de los señalados como presidenciables, en el cambio de dirigencias dentro de las tres principales fuerzas políticas, en la elección de tres nuevos consejeros electorales del IFE, en la distribución del presupuesto, en la disputa por las telecomunicaciones, en el apagón analógico. En medio de la desgracia, por evasión del presente o mero cálculo del futuro inmediato, la mirada de las élites de este país está puesta en el 2012.
Para fines prácticos, el actual sexenio está terminado. Reformas, transición y alternancia entraron en un callejón. México es un país donde se ha destruido la esperanza de miles, aun así, resurgirá ésta del polvo y de ahí se construirán las avenidas que reúnen a la justicia con la libertad ¿Cuándo? A partir de que las élites se regeneren con el aprendizaje de estos aciagos años. Y entonces se pueda hablar de un país donde las diferencias no son obstáculo para la convivencia pues hay un derecho igualador efectivo de oportunidades.
lunes, 25 de octubre de 2010
Orden
El senador Manlio Fabio Beltrones ha aparecido en YouTube http://www.youtube.com/watch?v=Ey1nf8H0o9Qsin provocar mayor polvareda. Al menos no se han dado en cascada comentarios. La conclusión sin mayor mediación interpretativa, sin rodeos, es un Yo quiero contender por la Presidencia. Es una aspiración que ya se encuentra en los agujeros de los comunicados dominicales que el Senador hace de un tiempo a esta parte. Esto es, no estamos ante una novedad de intenciones.
La palabra en la que se agolpa el mensaje en su conjunto es una: orden. Como el significado no se precisa –y vaya que la palabra tiene significados varios- da para mucho y para todo. Desde un deseo de armonía cósmica hasta la insinuación de la mano dura. No creo que sea ni lo uno, ni lo otro. Sí representa la ambigüedad del discurso político de amplio espectro, que de inicio no sea muy atendido no importa tanto como el hecho de que adquiera significancia con el correr del deterioro del país. Entonces orden tendrá sentido imperativo.
Y luego, a dónde vamos desde la oficialmente aborrecida percepción. Si convocamos a la consecución del orden se entiende que hay un desorden. Desorden múltiple que tiene su muestra más expuesta en la inseguridad, representada por la violencia con la que opera la delincuencia. Desorden de una economía que se catapulta desde la exportación despreciando el mercado interno. Desorden desde la educación que no alcanza a producir generaciones con futuro próspero. Desorden de la administración que confundió la institucionalidad con el partido y los amigos. Desorden práctico de la arquitectura normativa, revolviendo Constitución, leyes, reglamentos, decretos y circulares al antojo discrecional.
O bien se refiere a un orden establecido donde la mayoría no se siente incluida. Un orden basado en la competencia despreciando la cooperación. Un orden que disminuye lo público por el interés particular de unos cuantos. Un orden de laicismo diluido, temeroso de sancionar la transgresión de la ley que cotidianamente hace la iglesia católica. Un orden donde el trabajo ya no es considerado factor productor de riqueza, sino un lastre plagado de derechos, en el absurdo es un costo que hay que reducir a como dé lugar, que el trabajo se acerque a lo gratis.
Una magnitud del orden o desorden, según se le quiera ver, lo tendremos este 28 de octubre, cuando miles de jóvenes –al menos en la ciudad de México- saldrán a la calle para bendecir en el templo a su santo con flama en la coronilla. Jóvenes marginados a los que los programas gubernamentales y el mercado formal no recluta. Ninis a los que las instituciones no protegen, candidatos fuertes para adoptar alguna adicción o engrosar las filas de la delincuencia. Qué mensaje les tendrá el senador Beltrones para estos jóvenes en su día santo. Les hablará de la Ley del Primer Empleo que promovió ante el Congreso o de una modernidad fracasada, incapaz de sustraerlos de la superstición.
Sabemos que la Ley del Primer Empleo tiene su antecedente en un programa fugaz de la presente administración que nunca despegó. Y el senador Beltrones sabe que no basta legislar en la materia cuando la economía está determinada por la especulación y la concentración sin límites. Al respecto cabe la pregunta ¿Tiene un orden económico alternativo?
martes, 19 de octubre de 2010
Victoria de los cínicos
Aquí, desde este blog, imaginé la corrida hacia el PRI (Vámonos con el PRI)a partir de la negociación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto 2011. Después, desbordada mi imaginación, supuse Un acuerdo opositor para aprobar una ley promotora del crecimiento. Ni uno, ni lo otro.
El gobierno se salió con la suya y apenas aceptará una ligera modificación del déficit fiscal, a lo más. El chantaje presidencial de vetar un presupuesto contrario a su planteamiento funcionó y los diputados priístas se doblaron.
Si el argumento gubernamental es suponer el presupuesto bajo el dogma de las finanzas públicas sanas. El supuesto de la bancada del PRI fue la necesidad de recursos para atender los desastres acuáticos de este año. El 2011 atado al 2010. Se quemaron las neuronas y el cerebro se les llenó de mierda. El fantasma de la roqueseñal ronda San Lázaro. Se olvidaron de la argumentación de Ixtapan de la Sal, orientada por la eficiencia en el ejercicio del gasto público, el crecimiento económico y el apoyo al consumo.
En otros tiempos, el tema no habría ameritado mayor interés. Pero desde que hubo lugar para el pluralismo en este país el tema de los ingresos y egresos gubernamentales ha tenido mayor exposición pública. Se trata de qué se va a captar de los recursos de la sociedad, empresas y ciudadanía, para definir en qué se va a gastar. Hemos visto en estos años que la exposición no ha servido para mejorar la recaudación, ni para alcanzar mayor eficacia en la ejecución.
La discusión que se despliega en el Palacio de San Lázaro es lo más parecido a la disputa de un botín entre corsarios y piratas, dependencias federales y gobiernos estatales. Los diputados, en los hechos, demeritan su condición de representantes populares, son servidumbre del Ejecutivo federal o de los gobiernos de los estados. Los diputados dejan de representar a sus electores.
En el fondo, la supuesta “ciencia”, la técnica para definir los ingresos fiscales y diseñar el presupuesto de egresos es un compendio de mañas refractario al escrutinio público. Los ciudadanos jamás nos enteramos de ese capítulo o rubro llamado en los bajos fondos “guardaditos”, recursos que emergen sigilosamente y en la oscuridad de entre los renglones presupuestales. Indirectamente nos enteramos cuando a través de la prensa se informa que algún funcionario o diputado compra propiedades inalcanzables para el salario que reciben.
La nación no pinta a la hora de legislar la Ley de Ingresos y el presupuesto.
Bien lo ha escrito Rafael Cardona, el amago del PRI fue rugido de ratón. El ratoncito y el elefante.
La derrota cultural ha sido la victoria de los cínicos.
lunes, 18 de octubre de 2010
Derrota cultural
No se puede explicar la inserción que ha alcanzado el crimen organizado en el territorio nacional sin reconocer la derrota cultural del Estado mexicano. Una derrota parcial, quiero creer, de la que se cuelga la esperanza de que algún día la delincuencia tendrá menos influencia y menos exposición mediática. Por lo pronto, los mexicanos ya no podemos transitar por carretera sin que la travesía quede envuelta por la densidad de la inseguridad y evitar, en lo posible, detenerse a comer en el camino.
Para bien o para mal, existía una hegemonía nacionalista, labrada en la criticada historia de bronce. Una hegemonía que subordinaba claramente, a los ojos de todos, a las iglesias, que evitaba mezclar las actividades públicas con las privadas, lo que no siempre era así, formalmente así se asumía, de lo contrario se corría el riesgo de ser señalado de corrupto, de beneficiarse de los manejos de lo público para realizar negocios privados (Paradigmáticos resultan Miguel Alemán Valdés y Carlos Hank González) La religión tenía el alcance de una deliberación personal que por lo mismo era reconocida y no impuesta por el régimen. La clase política tendía un velo sobre su vida privada y no visitaba las revistas del corazón con la reiteración que hoy lo hace.
Esa hegemonía nacionalista entraba en colisión cuando el régimen actuaba de manera represiva frente a la protesta social. Evitar esta colisión fue el origen de la reforma política de 1977, encauzar a través del sistema electoral la protesta social, incluso disuadir la formación de focos guerrilleros de izquierda. Pero nada resultó tan devastador para la hegemonía nacionalista que el entrar en tratos con la iglesia católica y darle facilidades -manga ancha- para interferir en la vida pública (Aunque constitucionalmente lo tenga vedado) desde 1979 con el reconocimiento al Estado Vaticano.
En la siguiente década, en los ochentas, se dio el siguiente cambio cultural al iniciar el encumbramiento de los negocios privados sobre el interés público. Encumbramiento que no se dio a través de la competencia, sino de arreglos copulares para dar influencia a tal o cual corporativo empresarial. Posteriormente, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos, los intereses comerciales se impusieron y dejaron sin registro audible al interés público.
La hegemonía nacionalista se hizo inoperante y el país quedó en condiciones de subordinarse políticamente a los dictados de Washington, lo cual se ha cumplido cabalmente con el acceso del Partido Acción Nacional al Ejecutivo federal en lo que va del presente siglo. Cómo hace décadas no ocurría, el gobierno mexicano es solícito a las orientaciones norteamericanas, para casi todo se requiere mediáticamente de la aparición pública del embajador Carlos Pascual (cubano-estadounidense) Prácticamente ya no se dan enfrentamientos verbales entre ambos gobiernos. Todavía peor, se tienen regaños unilaterales, el gobierno mexicano no replica las recriminaciones que proceden allende el Bravo.
Es en este paraíso, que prescinde de la hegemonía nacionalista, junto al coro trinitario de fe, capital y proyanqui aparece en calidad de solista el crimen organizado. Como nunca, cada día que pasa más territorio es controlado por bandas criminales. Baja California o Morelos, Chihuahua o Sinaloa, Guerrero o Michoacán ¿Son acaso estos los pasos a la modernidad o algo se torció tremendamente en el camino? ¿Merecemos la guerra que hoy padecemos? Una guerra alimentada por los Estados Unidos pues de allá proceden las armas, allá está el mercado más grande en cuanto a consumo de drogas se refiere y de allá se ha importado la cultura del crimen organizado que nos ha invadido y que se ha servido silenciosamente de los circuitos migratorios. La música, la indumentaria, el habla nos indica que tras la derrota de la hegemonía nacionalista la delincuencia ha sentado sus reales en las plazas públicas.
Aún así, el gobierno dice que va ganado la guerra y su socio nos califica de bárbaros. El mercado no ha esparcido por goteo la riqueza. Los pobres, en calidad de peregrinos de la fe, no ven la suya. De entre ellos, los jóvenes no pierden cada 28 de mes para sacar santas estatuillas y pedir sabrá dios que milagros. El nacionalismo está exhausto. El país da para una anexión tanto como para una nueva revolución ¿Qué será primero?
Se renegó de la hegemonía nacionalista porque se le consideró encubridora de la corrupción y de la impunidad. Una vez que se le hizo a un lado, la corrupción y la impunidad permanecen inconmovibles. Esa es la síntesis de tres décadas de disputa por la nación.