lunes, 29 de noviembre de 2010

El viejo, los viejos

Vaya manera de remitirnos a la tercera edad y a la desigualdad en México. Dos encabezados en distintos diarios nacionales pusieron el sábado el alto contraste.



El Universal: “Diego está libre y sano” (Se refiere a Fernández de Cevallos, conocido como el Jefe Diego) Más de veinte millones de dólares se desembolsaron para concluir con el secuestro del panista, se consigna en la nota. Aunque la liberación no ha sido confirmada, el punto es que un político cuyos ingresos provienen de su actividad como litigante y en menor medida de la actividad legislativa que desarrolló en el pasado, no cuadran con la medianía rigurosa de alguien que de alguna manera es un servidor público o se debe a lo público. Más parece la fortuna de un magnate. Casos como estos, que no son pocos, desprestigian la política y por eso se desconfía de los políticos. Sé que para algunos, la nota dio para dar lecciones de periodismo y exhibirse con un purismo ramplón sólo porque lo ofrecido no verificó la especie por parte del medio que hizo la divulgación. Eso no viene al caso frente a la afrentosa desigualdad de ingresos que tenemos como país. Esto viene a cuento por la siguiente nota.



El mismo sábado 27, Reforma encabeza: “Falla el País a jubilados” Y esta sí es una nota dolorosa por la dimensión social que abarca. Si por lo neoliberales fuera, a los viejos pensionados cabría aplicarles la eutanasia para que ya no sean una carga para las benditas finanzas públicas. De acuerdo al Reporte Mundial sobre la Seguridad social, de la Organización Internacional del Trabajo, que cita el diario mencionado, el Gasto en seguridad social respecto al porcentaje del PIB, en Argentina es del 9 %, igual que en Brasil, en Chile es del 7 y en México es del 3% ¿Algo que celebrar en diez años de gobiernos panistas?; la cobertura de pensiones de adultos mayores en Brasil es el 86%, Argentina 68, Chile 64 y México el 19% ¿Qué dicen al respecto cuatro años de calderonismo? El llamado Cuarto Poder no se desgarró las vestiduras por esta información, es más, pasó desapercibida la nota, no mereció la menor polémica, ni el cruce veloz de telefonemas a altas horas de la madrugada.



La diferencia entre una desgracia familiar y una desgracia nacional, entre un viejo opulento y los viejos que tienen una pensión insuficiente.



De donde acá nos viene Felipe Calderón a celebrar su cuarto año de gobierno como lo hizo el domingo pasado. Qué beneficio tiene condenar el pasado cuando de por sí el presente es desgraciado para la mayoría de los mexicanos. Un gobernante que cierra los ojos ante la realidad que lo confronta y que se regodea ante los datos escogidos –aislados- para el autoelogio, es un gobernante desesperado y sin nobleza, pues no tiene nada que ofrecer y se calcina en su rabieta por no ser admirado por la ciudadanía como él lo espera.



Eso sí, ni el viejo barbón, ni los viejos con derecho a pensión fueron mentados en el discurso partidista que el Presidente dio en el Auditorio Nacional.

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