miércoles, 1 de diciembre de 2010

Catilinaria ¿a destiempo?

El 29 de noviembre, con el inicio de los trabajos de la Cumbre sobre el cambio climático -en el puerto turístico de Cancún, Q. R.- la exposición de México ante el mundo tenía la oportunidad de salirse del tema de la delincuencia organizada y la inseguridad con el que lo ve la comunidad internacional. Lástima. El cablegate detonado por WikiLeaks sepultó esa coyuntura, el escándalo de la indecorosa conducta de la diplomacia norteamericana que se destapó ése lunes 29 puso a girar al mundo fuera de la órbita ambiental. Hasta ahora, la Cumbre ha padecido un desinterés no merecido.



El daño estaba hecho un día anterior, el domingo 28, cuando en una reunión supuestamente ciudadana, Felipe Calderón quemó en leña verde el pasado que antecede a la alternancia y a los gobiernos del Partido Acción Nacional al frente de los destinos del país: del dos mil para acá, diez años teñidos de blanco y azul, lejos de la policromía tricolor. A menos de que la mayoría de los opinadores sean tontos, en la élite se entendió a la arenga calderoniana como un ataque directo al Partido Revolucionario Institucional y a la gestión de 70 años del régimen de la Revolución.



Lo que se ha escrito en editoriales, columnas y en las páginas de opinión de los diarios, son en su mayoría no favorables al presidente Calderón, coincidente con el declive registrado en las encuestas de opinión sobre el actual gobierno y que se han soltado recientemente.



Pongamos atención en la catilinaria que los legisladores priístas lanzaron en contra de Calderón. Qué tanto es una toma de posición para reorientar el accionar del PRI o sólo se trata de un berrinche. Para empezar, con todo y su investidura, Felipe Calderón es y ha sido un personaje mediocre, encumbrado por las circunstancias y la bravuconería. Acaso lo ignoraban los priístas. Como político, si es que se le puede dar ese calificativo, su actuación característica es la de opositor y deja mucho que desear como gobernante desde su paso por el Banco Nacional de Obras y por la Secretaría de Energía. Nada ha mejorado en su desempeño actual al frente del Ejecutivo federal. El que nace para maseta.



A qué vienen los flamígeros discursos de los legisladores. Son los priístas los que han allanado el camino del PAN, de Vicente Fox y Calderón, por lo que no se entiende su enojo. El fenómeno de la alternancia y el encumbramiento del PAN no son el resultado de un proceso político de maduración de ese instituto político. Lo que sucedió fue la confluencia del desencuentro al interior del PRI, el malestar ciudadano acumulado y el protagonismo de los poderes fácticos no alineados al régimen de la Revolución. Así se entiende la historia de los últimos diez años.



Qué le toca al PRI si quiere regresar a gobernar al país. En primer lugar, acercarse y atender a la gente. En segundo lugar, tener claridad sobre las adversidades reales, que en verdad lo han sacado del poder, que no son Calderón y su partidito. El endeble mundo unipolar que sucedió a la Guerra Fría, el neoliberalismo, los poderes fácticos –iglesia y grandes empresarios coludidos- y el hartazgo ciudadano. Si no entienden esto en el PRI, pues que acepten de una vez la condena de muerte que le hicieron el domingo y prepare su epitafio.


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