“Vienen votantes a la carrera.
Votar, votó la Nación entera
Y eligieron a quien los maltrata.
Porque hoy no tienen pan ni
cobijo,
Ni siquiera tienen puesto fijo
¡Votar a Hitler fue mala pata!”
B. Brecht
Sí, estamos ante una elección de
cuidado el próximo 7 de junio, el voto no se dirige a verdaderas propuestas. El
abstencionista ya da por perdida su calidad de ciudadano. El “anulista”
expresará su voluntad y su gesto no será reconocido, quedará como ciudadano
utilizado. El resto de los votantes sumirá su voto en la urna en calidad de
ciudadano alienado, elegirá lo peor de entre lo peor. Una situación límite de
la democracia que se vuelve en contra de la democracia. Hace décadas (1964)
Dolf Sternberger*, al estudiar el ascenso del fascismo en Alemania (1933), dio con
este hallazgo aberrante, de cómo la vía legal electoral termina por fundar una
dictadura.
Partamos de la siguiente consideración:
las reformas impulsadas al calor del pacto por México se encontrarán ante un
proceso propicio para mensurar la aprobación y/o rechazo de la apuesta
reformadora en su conjunto. Los partidos pactistas están emplazados a recoger
los votos de su audacia y celeridad: alcanzar reformas que desde 1997 fueron
postergadas en razón del gobierno dividido.
Enrique Peña Nieto, el PRI,
espera lograr una votación con la calidad de una aprobación plebiscitaria de su
persona y su gestión para quedar fortalecido a mitad del sexenio.
El Partido Acción Nacional, por su parte, aprovechará las reformas para ser revaluados en positivo como los promotores originarios de las reformas.
El Partido de la Revolución
Democrática poco tiene que cosechar, de hecho, comenzó a contabilizar pérdidas
desde el momento en que firmó el pacto y aceleró con ello su escisión con la
formación de Morena, agrupación acaudillada por sus dos veces candidato a la
presidencia, Andrés Manuel López Obrador.
Las campañas de lodo, expuestas
característicamente en la difusión de audios que dejaron al aire las
trapacerías de algunos candidatos, la indisposición a la transparencia de la
mayoría de los candidatos, las ilegalidades de los partidos, no sólo las del
Verde, han contribuido ha fomentar el abstencionismo y la intrincada propuesta
de anulación del voto.
De todo este barullo me detengo
en la tentación plebiscitaria, un resultado con una afirmación demoledora de la
presidencia de Peña Nieto, reflejado en la formación de una mayoría absoluta favorable
(PRI-PVEM-PANAL), superando los inconvenientes del gobierno dividido y lo
perentorio del pactismo. A su favor está la falta de una estrategia unificada
de los partidos de oposición para hacerse coaligadamente de la mayoría en San
Lázaro.
Pero sí la oposición está
descarrilada para exigir un mejor desempeño gubernamental, a fin de cuentas es
desde la ciudadanía donde se podrá afirmar o suprimir la tentación
plebiscitaria. La asociación de la serie de escándalos inmobiliarios y de
construcción de infraestructura del actual grupo gobernante, junto con la serie
de ejecuciones extrajudiciales en Tlatlaya, Apatzingán y Tanhuato –Ayotzinapa cuenta
al menos con una verdad “histórica”. Estos seriales de escándalo y ejecución podrían
contribuir para que, a través de las urnas, se ataje la tentación
plebiscitaria.
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* Acerca del plebiscito escribió
elogiosamente Carl Schmitt, para fundar la constitucionalidad y validez
jurídica de la dictadura. En contrario, Sternberger advirtió que un uso
tramposo de la legitimidad de elección puede servir a formar aberrantes del
poder, como lo fue el fascismo. Fundamento
y abismo del poder. Editorial Sur, 1965.
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