jueves, 23 de mayo de 2013

A dónde íbamos con el PND


Se ha presentado ante la sociedad mexicana el Plan Nacional de Desarrollo. Presentación a cargo del presidente Enrique Peña Nieto, el lunes 20 de mayo desde el Palacio Nacional. Es la venta mayor de expectativas de cada gobierno recién instituido desde que se estableció el Sistema de Planeación Democrática en tiempos de José López Portillo. Como en ese entonces el gobierno estaba en su último tramo, sólo se hizo el ensayo del Plan Global de Desarrollo. De Miguel de la Madrid a nuestros días cada gobierno ha formulado su Plan bajo el formato mencionado. Al final, ni quien se acuerde del PND pues otras son las prioridades de los políticos. No queda claro si se cumplió pues nadie le importa, menos al que va saliendo de Los Pinos. Por eso la pregunta ¿A dónde íbamos con el PND? Ojalá el presidente Peña Nieto nos hubiera dado la oportunidad de comunicarnos la experiencia de la planeación democrática de los gobiernos que le precedieron. Nos privó de ese placer.

El hecho es que ya hay Plan, de arquitectónica muy parecida a los dos anteriores, puesto que se utilizan los cartabones de ese enunciado pleonasmo llamado planeación estratégica. El riesgo es reinventar el quesillo Oaxaca en medio de cinco ejes y tres enfoques “transversales”. Sí, como lo hicieron en cierta medida Fox y Calderón. Es pertinente tomar en cuenta una realidad, generalmente el copioso contenido del PND no llega a los ciudadanos de a pie. Si acaso les llega la propaganda y no les merece la mayor de las atenciones. El reto ahora es no reincidir en la elaboración del mencionado quesillo. Qué se requiere para que la grandilocuencia alcance las cimas exquisitas de la política ejecutada en la consecución efectiva, no simulada, de los resultados esperados: 

a)      Disciplinar a la alta burocracia para evitar que las agendas personales se impongan. Sin esa disciplina se condena al Plan a agregarse como una piedra más al monumento al fracaso. Peña Nieto no ha terminado de depurar la alta burocracia, quien de seguro le metió mano al Plan. Se tiene claro que quien engaña una engaña dos, engaña mil veces.

b)      Disponer de los recursos fiscales para cumplir los propósitos del Plan en lo que a los compromisos del gobierno concierne.

c)       Efectividad en la rendición de cuentas y combate a la corrupción. De nada sirve contar con los recursos si éstos no están aplicados con probidad para realización de los bienes y servicios públicos.

Éste es el trípode desde el cual el gobierno puede fincar algunas esperanzas respecto al cumplimiento del PND. Por qué del escepticismo, por la razón de que en una economía desregulada, como la que impera hoy en día, el gobierno propone y el mercado dispone. A menos de contar con un gobierno centralizado y de economía dirigida como el de China, donde se pueden dar el lujo de planificar un Producto Interno Bruto por arriba del 6% anual. No es el caso de México. Es más, se perdió la brújula de entendimiento entre el crecimiento económico y el desarrollo.

Un apunte final, sobre los llamados indicadores. Hasta donde sé, en el pasado reciente éstos ya se han incorporado en los programas sectoriales, lo malo es que se hicieron a la trompa talega, sin la oportuna y suficiente correspondencia presupuestal y la levedad de no ser sancionable su incumplimiento. Por ejemplo, el indicador de vivienda del sexenio anterior, su meta para ser preciso, Calderón presumió su cumplimiento. Hoy sabemos que hay cinco millones de casas deshabitadas y muchos acreditados en condición de morosidad en el pago de los créditos. El cumplimiento se convirtió en problema heredado para la actual administración.

Se tiene que ser cuidadoso con la propuesta de indicadores y no celebrarlos por anticipado. Poner bien su línea base y su movimiento hacia la meta esperada a fin del sexenio. De preferencia, usar fuentes del mismo gobierno, si no tienen la información oficial denunciar la anomalía, pues de otro modo sería encubrir a anteriores gobiernos.

 

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