No puede tomarse uno algunos días
de descanso y la casa blanquiazul está de azul flama. Toqué a su puerta
preguntando por la señora decencia. Sus actuales inquilinos me dijeron que hace
lustros esa dama no habita allí. No salió por la puerta principal, tampoco se
escapó por ventana alguna. Nada más le aplicaron cloroformo y la despacharon
por el escusado, hasta las cloacas fue a dar. Nadie se dio cuenta, nadie le
lloró, no daba para el negocio. La decencia, rostro elegido por la entonces oposición
leal, desapareció en cuanto en partido se acercó a los pasillos del poder.
Sin escatimar esfuerzos ni
recursos, en estos días, distinguidos miembros del Partido Acción Nacional se
han dado a la tarea de pelearse entre ellos sobre los despojos de su naufragio
en el 2012. No hay periodista, sea reportero o columnista, que no esté al tanto
de los pormenores de esta desbordada guerra fratricida. En los medios se han
vuelto “panologos” y tienen información de primera mano de lo que en la casa
mencionada sucede.
El colmo es la baladronada del
megalómano que ahora reside en el campus de Harvard. Dice Felipe Calderón que
en el PAN siempre se arreglan las cosas en privado, hasta que Gustavo Madero
cambió ese arreglo. De veras que Calderón nos cree idiotas, como si nunca
hubiera utilizado filtraciones para ventilar la vida interna del PAN. Que se lo
crea Josefina Vázquez Mota. Ha sido el ascenso de los arribistas por el que las
cosas están como están en ese partido, representando un sainete por la
destitución de Ernesto Cordero como coordinador de los senadores del PAN. La
mayoría de lo que se escribe en la prensa es chismorreo alimentado por los
bloques en conflicto, expuesto en la característica cantaleta de la pugna
partidista: los puros en contra de los traidores. Muy originales.
Pronto se exhibe el fondo de la
disputa: el dinero. Pero no sólo el que se maneja en la bancada de los
senadores panistas. Esos millones son bicoca. Lo que tiene molestos a los
calderonistas y oficiantes emplumados es el hecho de no aceptar un pacto (PxM)
que no les garantiza millonarios negocios. Se creen todavía con poder y algo
tienen. Gimen y lloran, pero esas lágrimas son pocas. Quién sabe por qué el
acceso al poder genera insospechadas capacidades empresariales de los políticos
y desde el poder las empresas (sus empresas) como que caminan mejor, al margen
de la pontificada competencia.
Esta es la triste verdad que no
amilana a los senadores blanquiazules, por el contrario, se ponen jacarandosos
y bailan a rimo de plena:
Cortaron a Elena, cortaron a
Elena
Eso daba pena, daban ganas de
llorar
Cortaron a Elena, cortaron a
Elena
-o-
A la próxima hablaremos del Plan
Nacional de Desarrollo. Los chismosos ya lograron su objetivo, distraernos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario