martes, 21 de mayo de 2013

Cortaron a Elena


No puede tomarse uno algunos días de descanso y la casa blanquiazul está de azul flama. Toqué a su puerta preguntando por la señora decencia. Sus actuales inquilinos me dijeron que hace lustros esa dama no habita allí. No salió por la puerta principal, tampoco se escapó por ventana alguna. Nada más le aplicaron cloroformo y la despacharon por el escusado, hasta las cloacas fue a dar. Nadie se dio cuenta, nadie le lloró, no daba para el negocio. La decencia, rostro elegido por la entonces oposición leal, desapareció en cuanto en partido se acercó a los pasillos del poder.

Sin escatimar esfuerzos ni recursos, en estos días, distinguidos miembros del Partido Acción Nacional se han dado a la tarea de pelearse entre ellos sobre los despojos de su naufragio en el 2012. No hay periodista, sea reportero o columnista, que no esté al tanto de los pormenores de esta desbordada guerra fratricida. En los medios se han vuelto “panologos” y tienen información de primera mano de lo que en la casa mencionada sucede.

El colmo es la baladronada del megalómano que ahora reside en el campus de Harvard. Dice Felipe Calderón que en el PAN siempre se arreglan las cosas en privado, hasta que Gustavo Madero cambió ese arreglo. De veras que Calderón nos cree idiotas, como si nunca hubiera utilizado filtraciones para ventilar la vida interna del PAN. Que se lo crea Josefina Vázquez Mota. Ha sido el ascenso de los arribistas por el que las cosas están como están en ese partido, representando un sainete por la destitución de Ernesto Cordero como coordinador de los senadores del PAN. La mayoría de lo que se escribe en la prensa es chismorreo alimentado por los bloques en conflicto, expuesto en la característica cantaleta de la pugna partidista: los puros en contra de los traidores. Muy originales.

Pronto se exhibe el fondo de la disputa: el dinero. Pero no sólo el que se maneja en la bancada de los senadores panistas. Esos millones son bicoca. Lo que tiene molestos a los calderonistas y oficiantes emplumados es el hecho de no aceptar un pacto (PxM) que no les garantiza millonarios negocios. Se creen todavía con poder y algo tienen. Gimen y lloran, pero esas lágrimas son pocas. Quién sabe por qué el acceso al poder genera insospechadas capacidades empresariales de los políticos y desde el poder las empresas (sus empresas) como que caminan mejor, al margen de la pontificada competencia.

Esta es la triste verdad que no amilana a los senadores blanquiazules, por el contrario, se ponen jacarandosos y bailan a rimo de plena:

Cortaron a Elena, cortaron a Elena
Eso daba pena, daban ganas de llorar
Cortaron a Elena, cortaron a Elena

-o-

A la próxima hablaremos del Plan Nacional de Desarrollo. Los chismosos ya lograron su objetivo, distraernos.

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