Los acuerdos a su límite, la
embestida opositora y la reacción a las reformas así lo quieren. Esperan de
Enrique Peña Nieto el obsequio de un acto represivo para inmediatamente gritar
¡Presidente represor!
Pieza en dos actos:
El escándalo veracruzano: se exhiben videos que encuadran el
potencial (no son hechos consumados) uso electoral de los subsidios proveídos
por la política social. El compromiso del blindaje electoral para que los
subsidios no distorsionen las elecciones locales del 2013 no resulta satisfactorio,
sectores de la oposición exigen la cabeza de Rosario Robles, titular de
Sedesol. Para fines prácticos eso se llama condicionar el Pacto por México, por
decirlo amablemente. Y eso que no se abunda en un blindaje más general y pertinente:
aislar la aplicación de subsidios del monstruo voraz de la corrupción. Sí, esa
perversión que maldijo los subsidios durante sendas administraciones panistas,
la de Fox y la de Calderón.
La explosión guerrerense: esta
parte o acto es más complejo pues se le van agregando contenidos no comprobados
a los contenidos de origen. Se revuelven las aguas del río pues.
En el origen, la causa inmediata
de la movilización del magisterio agrupado en la Coordinadora de Trabajadores
de la Educación de Guerrero está la reforma educativa (fase constitucional) que
impacta los arreglos, usos y costumbres, bajo los cuales se daba el intercambio
de apoyo político por la laxitud de los servicios de la educación pública. Créanme
que de eso sabe algo el actual gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero.
En el origen remoto hay una
historia de desigualdad fincada sobre la injusticia y la represión. Aquí me
remito, para no exceder y mal esta entrega, a Guerra en el Paraíso de Carlos Montemayor, también a la trama
cinematográfica El Violín de
Francisco Vargas.
No obstante estos antecedentes
estructurados en la sociedad guerrerense, durante esta semana que concluye,
opinadores y merolicos de algunos medios claman por la represión oficial
aduciendo que la movilización de los profesores y adherentes es patrocinada por
el narcotráfico y/o impulsada por la guerrilla. Estos dichos, hasta ahora
dichos son, se han esparcidos sin preocuparse por verificar lo que se afirma.
Sería muy saludable de parte de quienes sueltan la especie que primero
documentaran eso de la intervención del narco y la guerrilla. Le ayudarían
mucho a las autoridades si lo hicieran.
Pero en el terreno de los dichos
el que se voló la barda fue el gobernador mencionado, él justifica su ineptitud
al afirmar que un movimiento de esta naturaleza, el de la CTEG, está siendo
financiado, por ese hecho se explica tanto alboroto. Caray gobernador, por
favor complete la información, diga quiénes y haga la denuncia respectiva.
Póngale nombre y apellido a la mano negra. De no ser así, incurre en una
irresponsabilidad de consecuencias funestas.
Así están las cosas. Los acuerdos
se cimbran. Las reformas se encarecen. Los cinco ejes del gobierno parecen
líneas en fuga. La determinación de converger los propósitos obliga y tiene un
nombre: justicia. Demostrar que la pretendida eficacia es guiada por la
justicia. El momento de convencer por lo que la mayoría de la sociedad mexicana
demanda: saciar la sed de justicia, la cual erróneamente algunas veces se busca
alcanzar por propia mano.
Detener la embestida que quiere
escribir la página del Presidente represor o, con toda la legitimidad a
disposición, hacer de la transformación de México una historia de justicia.
Buen mensaje se ría que antes de
iniciar el sexto mes de gobierno, Enrique Peña Nieto develara los resultados
convincentes de las investigaciones de los sucesos vandálicos del primero de
diciembre, cuando su toma de posesión, así como de la explosión en la torre B
de Pemex del 31 de enero de este año. Claro se puede tratar de secretos de
Estado, los cuales desgraciadamente con el tiempo corroen la legitimidad.
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