Sí, sólo si se trata de algo
personal, cercano, íntimo. Nada si tenemos que referirnos a una sonrisa
colectiva. Es viernes y sofocante es el cinismo con el cual se desenvuelven los
gobernantes y los líderes empresariales. El desastre y el horror van de la mano
paseándose por el país, mientras que ellos, los que dirigen y se postulan como
el buen ejemplo, se culpan y se chantajean mutuamente. Sin escondrijo para
guardar la vergüenza que producen las declaraciones de los encargados de despacho.
Los titulares de la prensa son expresión del abandono y el deterioro de la ruta
a la felicidad que proveería el libre mercado. Incivilidad y muerte asuelan los
caminos de México.
De que estamos hablando, de las
trasformaciones en el marco jurídico (en reformas a la Constitución, expedición
de nuevas leyes para sustituir o agolparse con lo ya existente, tratados
internacionales) que se han venido sucediendo desde hace tres décadas para
sustituir el edificio de la Revolución Mexicana. Socavando identidades a cambio
del fomento a las aspiraciones consumistas. Ignorando que el cemento de la
anterior edificación, la mezcla de corrupción e impunidad, se sigue utilizando
con entusiasmo por parte de la tecnocracia y la derecha.
El espectáculo ofrecido por
Joaquín Vargas Guajardo y los funcionarios del presidente Felipe Calderón es
una muestra de lo que contiene el capitalismo realmente existente en México.
Nada que ver con las fantasías de la oferta y la demanda, del juego limpio
entre competidores. No, de lo que se trata es del desnudamiento de los arreglos
sempiternos entre autoridades y dueños de negocios. Si se quiere que una
empresa prospere, ésta debe estar arreglada para reportar beneficios en dinero
o en especie al gobernante en turno (Wal-Mart dónde estás)
El descaro ha sido tan inmenso,
desempeñándose a través de los siglos, que lamentablemente un sector
minoritario de la sociedad ha decidido enrolarse a la delincuencia organizada.
Para luego querer remediar, durante la administración que expira ya el último
día de noviembre de este año, mediante una estrategia anticrimen que ha agravado
los males en lugar de surtir sanación a la comunidad nacional.
Estamos más allá de la ingenua
disputa por la nación sugerida por Rolando Cordera y Carlos Tello, esto es ya
el despojo en despoblado frente a los ojos de un Estado desvalido que no puede
defender a una sociedad inerme. La riqueza divide no integra, ya se trate del
petróleo o del espacio radioeléctrico que son, se dice, de los mexicanos.
Recursos no faltan, escasea el cumplimiento de la ley y un sentido humanitario
de la justicia, por señalar sólo dos carencias. El trato social se trastorna,
es digno de bandidos o salteadores, omiso de consideración y respeto.
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