Una diferenciación cuidadosa
entre el proceso poselectoral de impugnación impulsado por Andrés Manuel López
Obrador y el movimiento social #YoSoy132.
Del primero, de las
impugnaciones, habrá que decir que legalmente tiene una fecha definitoria el 6
de septiembre. Ese día el Tribunal Electoral dará por válidas las elecciones
presidenciales del primero de julio y declarará presidente electo a Enrique
Peña Nieto. Tan es así que el mismo López Obrador adelanta una sugerencia, que
el Congreso nombre un presidente interino a sabiendas de que las elecciones
serán validadas por el Poder Judicial. Como si fuera tan fácil, la simple
posibilidad desataría una guerra civil. Desconocer la voluntad ciudadana y la
operación del aparato electoral, de sus autoridades autónomas. Tirar al bote de
la basura la secuencia reformadora iniciada en 1977 y que ha ayudado al país a
mantener la gobernabilidad. Para mi las elecciones 2012 están consumadas, su
veredicto se apegó a derecho.
La otra parte que quiero resaltar
es la del movimiento social. Es otro nivel de análisis que coincide con el
proceso electoral pero que atiende a otra realidad. A la disputa del poder
extraelectoral o al margen de los procedimientos del Código Federal de
Instituciones y Procedimientos Electorales. El día de ayer, jueves 26 de julio,
#YoSoy132 inició el cerco mediante una valla humana de las instalaciones de la
empresa Televisa, que están ubicadas en la avenida Chapultepec. Con los poderes
fácticos hemos topado.
Aquí viene a cuento el título.
Fue el político alemán, Ferdinand Lasalle, quien reflexionó la Constitución de
un país como la suma de los Factores Reales de Poder. Con ello quería
significar que frente a la Constitución de papel existe una Constitución como
constelación de fuerzas: Clero, Militares, Capitalistas y los Obreros, a saber.
El fundador de la socialdemocracia tenía en mente incluir los derechos de los
trabajadores dentro del régimen capitalista, de organización y de un código
laboral tutelado por el Estado. El éxito de la propuesta fue espectacular en el
siglo XX, base teórica del Estado del Bienestar y de la influencia de la
Socialdemocracia.
En México no dejó de tener
impacto esta reflexión, en la Constitución de 1917 y en la configuración del
poder realizada por el presidente Lázaro Cárdenas, existente de manera viable y
creíble hasta 1982. Los factores reales del poder eran reconocidos y estaban
acotados por el arbitraje del presidente en turno. Lo que se ha perdido es esa
capacidad de arbitraje presidencial. Ahora, los factores reales de poder son
corporativismo descarnado, sin control ni contrapesos. Se llegan a poner por
encima de la autoridad presidencial, de manera destacada los empresariales y la
iglesia católica.
Frente a los poderes fácticos, la
ciudadanización se ha ido abriendo paso con el establecimiento de aparatos
autónomos como el IFE, el IFAI, la CNDH. Cualquier avance en materia de reforma
política, incluida la electoral, tiene que cuestionar el papel de los factores
reales de poder, regularlos en favor de una ciudadanización efectiva. Es el
siguiente paso en la democratización del país. Es el proyecto seminal de
#YoSoy132 que no se agota en lo electoral, ni pasa obligadamente por el
desconocimiento de los resultados electorales, ni le es característico.
#YoSoy132 es un llamado para que los derechos ciudadanos, en lo futuro, no
queden arruinados por los poderes fácticos.
Tan claro como si el resultado
electoral hubiera favorecido a López Obrador con todo el rigor de los
procedimientos electorales. La coalición Compromiso por México y Enrique Peña
Nieto no tendrían con qué reclamar la “imposición” del Grupo Monterrey, MVS y
La Jornada. Más vale no enredarse. Mucho se avanzó con la obligación de sacar
de la jugada la propaganda gubernamental y la realizada por terceros. Las
condiciones de las pasadas elecciones fueron más parejas. Lo que no se vivió
antes del 2000.
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