Las impugnaciones o
inconformidades sobre el proceso electoral 2012 están en curso, toca a las
instancias de ley despejarlas. Los cuentos y las pruebas caerán por su propio
peso a su tiempo. Ese es un aspecto que de momento no le veo mayor rendimiento
mediático y de movilización social. Lo complicado es desprendernos de la
atmósfera viciada por la variopinta propaganda que se empeñó en degradarnos
como país. Esto no quiere decir que cerremos los ojos a los problemas
nacionales y nos instalemos en el nirvana de los consejos motivacionales.
Dónde estamos y a dónde queremos
llegar. Integrar propósitos para que se refuercen mutuamente. El gobierno
saliente deja un estado de cosas que no se puede ignorar, pues desde ahí se
tiene que partir para proponer las metas posibles. No es sencillo porque la
disputa por el poder, el prestigio y la riqueza conspiran sin descanso, al
grado que cada propuesta de interés público tiene oquedades desde donde se
fortalecen indebidos intereses particulares. Se desvirtúa la bondad de tal o
cual proyecto o programa. Si se quiere brindar acceso a las tecnologías de la
información en las escuelas públicas alguien ya está armando su negocio
(Enciclomedia) Si de apoyos al campo se trata, el funcionario agropecuario ya está
haciendo fila para aprovechar los subsidios (Procampo) Si de pensiones a la
tercera edad hablamos, cómo separar el apoyo a quien no lo necesita.
Alimentación, educación, medio
ambiente, salud, seguridad, materia pública desde el resorte del ejercicio de
gobierno. Producción y empleo, empresas y sindicatos, materia de arbitraje y
concertación. Procuración e impartición de justicia, coordinación entre niveles
de gobierno y competencia de poderes, Ejecutivo y Judicial. Por y para
fortalecer el Estado de Derecho y el uso pleno de los derechos ciudadanos.
Sin lenguaje que suene
grandilocuente o abstracto para la mayoría de la población. Reformas
estructurales, política de Estado o políticas públicas, hablar de cruzada o
combate, están demás. Se gobernará a una sociedad dividida, lastimada, que vive
al día, que esta harta de tecnicismos y de proclamas bélicas. Una sociedad con
una solidaridad devaluada entre sus individuos, los cuales quedan reducidos a
la calidad de objetos, cosas, sin identidad histórica, oscilantes entre la
depredación del entorno y el consumo masivo de espectáculos.
Son tiempos de aclarar para el
nuevo gobernante, la legitimidad electoral no será suficiente ante los desafíos
de la descomposición social. Se acabaron las campañas y pasaron las elecciones,
ya se verá de qué está hecha nuestra democracia.
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