viernes, 10 de junio de 2011

El dolor de los dolientes

                                                                                                              

La caravana que partió de Cuernavaca el tres de junio, llegó a su destino el día nueve, a la metrópoli del sufrimiento, Ciudad Juárez. Una travesía del dolor y los dolientes que recorrió parte de la geografía ensangrentada por el crimen organizado. Decesos, secuestros y vejaciones perpetrados por la delincuencia que han tenido como catalizador la estrategia fatídica del gobierno federal.

Hoy todos nos preguntamos ¿Logrará algo la movilización encabezada por Javier Sicilia? Depende de lo que se espere de ella. Por mi parte, no espero que enderece jorobados, dé luz a los ciegos, haga caminar al paralítico o resucite muertos. No magnifico la caravana en la esperanza de los milagros por cumplir. La pongo en un propósito simple, exponer el sentir de los dolientes, sin el cuadro de horror expuesto en el costumbrismo de la nota roja y en contraste con la propaganda gubernamental. Hacer salir a la calle, ponerlos a andar los caminos, a todo aquel mexicano que carga un dolor y no ha encontrado medio efectivo para desahogarlo, para gritar lo que los delincuentes y la autoridad no han querido o no han sabido escuchar, para encontrar el consuelo. Para salir del marasmo por la escala del afecto, del amor, evitando caer en la trampa de la rabia y del insulto.

No le otorguemos grandes fines a la movilización, es sólo un mensaje itinerante que clama por paz con justicia y dignidad. Un mensaje dirigido a la sociedad para que reclame sus derechos, a los grupos delincuenciales para que depongan su sangriento proceder, también con destinatarios más acotados: para el César (la clase política) los mercaderes (la élite empresarial) y los fariseos (la mayoría de los jerarcas de la iglesia católica) quienes constituyen el liderazgo de este país, detentadores de un poder ostensible.

Qué han hecho los políticos de las instituciones democráticas, desde un circo de gracejadas hasta un campo de batalla para la guerra sucia. Qué han hecho los empresarios del mercado, un entramado de abusos y trampas para encerrar al individuo en un ego delirante por realizar ambiciones materiales, hasta borrar por completo el valor de la solidaridad y del bien público. Qué ha hecho el clero, cortejar a conveniencia a políticos y empresarios alejándose de los pobres, hacer de la fe medio para la superchería y la ignorancia.

El actuar de los delincuentes organizados es una imitación inflamada de la estulticia de los poderosos, inquiriéndose a sí mismos: Si ellos disfrutan de lujos porque nosotros no. Si ellos incumplen la ley porque nosotros no. Si ellos tienen impunidad porque nosotros no. Ese es el razonamiento romo de la delincuencia organizada. Cada delincuente se asume como un self made man dispuesto en una guerra de todos contra todos.

Aunque se vea inalcanzable, el mensaje de la caravana no es sólo solicitar la concreción de reformas para alcanzar la paz con justicia y dignidad, además supone la formación de una nueva conciencia cívica, como en su momento la produjeron los movimientos sociales que le dieron rostro a México en el pasado y del cual carecemos en el presente.

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