Para el presidente Calderón es la hora del cambio. Suponemos entonces que el año dos mil no fue del cambio y hasta después de nueve años el cambio vuelve a ser consigna. El mensaje a la clase política y distinguidos invitados propuso un cambio pero en realidad se retomaron las propuestas ya trilladas de la presente administración. No se trata de una propuesta para cambiar el modelo económico, tampoco de cambiar el régimen político, eso sí, por el orden de exposición hay un cambio en el orden de prioridades.
El decálogo no aborda el tema ambiental que en el Plan Nacional de Desarrollo postuló como uno de los ejes de la política pública. Eso sí, los primeros tres puntos se concentran en la política social. Otros tres puntos nos hablan más bien de una reforma administrativa que incluye a las empresas públicas. Un apartado a las telecomunicaciones, otro a la reforma laboral, otro a la política y el infaltable tema de la seguridad. Los mismos temas del inicio de la actual administración que no han tenido la orientación que quisiera el Presidente. Nada nuevo, salvo las circunstancias de deterioro del país que Calderón eufemísticamente llamó “un año diferente”.
Hay otro aspecto de las circunstancias, decisivo para el futuro de la propuesta gubernamental: el fortalecimiento del Partido Revolucionario Institucional que hoy cuenta con el conjunto de legisladores más numeroso en la Cámara de Diputados y un líder en el Senado que dicta la agenda pública. Así lo mostró Manlio Fabio Beltrones al ser entrevistado después del mensaje presidencial (A manera de digresión: si el sonorense quiere jugar por la Presidencia de la República tendrá que sobreponerse a la campaña de desprestigio como no lo hizo Roberto Madrazo, asegurarse de que Beatriz Paredes no sea su Elba Esther Gordillo y que los gobernadores de su partido se la jueguen con él) Con ellos, con los priístas tendrá que negociar Felipe Calderón, de manera clara y si es abierta mejor. Por lo pronto, el PRI ya plantó como eje de la gestión gubernamental a la economía, desde el cual se propone la consecución del crecimiento, el empleo y el combate a la pobreza, teniendo como instrumentos el fortalecimiento de las finanzas públicas y la regulación del sistema financiero.
Lo irreconciliable para el presidente Calderón está a la izquierda. Desde la tribuna de San Lázaro, un día anterior al mensaje de Palacio Nacional, el diputado Muñoz Ledo planteó el cambio de régimen, que se adopte el sentido de la realidad que nos dirige hacia el parlamentarismo. El neopetista fue más lejos: propuso “la dimisión formal de quien ostenta la investidura presidencial”
Por lo que respecta al desayuno y la foto que se dispensaron Jesús Ortega y César Nava al día siguente, hay que verlo como parte del anecdotario, sin peso en el debate real. Porque ni Ortega es el representante non de la izquierda, ni Nava es el jefe verdadero de Acción Nacional.
Y lo último sobre el evento que congregó el Ejecutivo el día de ayer: ver a los miembros de la cúpula empresarial en calidad de borregada, a excepción de Carlos Slim Helú, que si le fue tomada la voz para la de ocho en La Jornada.
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