Ni el menor ánimo para perder el
tiempo viendo el debate entre los candidatos a la presidencia. Desde el primer
debate presidencial en el año de 1994, el ataque y el acartonamiento anulan
elocuciones sinceras, sobre todo creíbles. Se tiene una falta de tradición para
debatir en el país de una sola voz. La herencia Mexica. El debatir no es
materia de formación política en la actualidad, para eso se contratan asesores.
Corresponde a otros tiempos idos,
como en la educación de los patricios en la Roma antigua. La retórica era una
instrucción exigida para quien aspirara a obtener altos cargos públicos, mejor
si el tutor era griego; en otro tiempo y orden, la formación de los religiosos
en teología en las primeras universidades, compelidos por el rigor escolástico
concursaban en un circuito que iniciaba con la lectio (lectura de un
texto sagrado), proseguía con la quaestio (de lo que trata), para dar
paso a la disputatio (la discusión propiamente dicha) y cerrar el
círculo con la determinatio (conclusión deliberada). Esta formación para
el debate es inexistente en la actual vida política, menos en su versión tecno
política. Por qué entonces esperar un buen debate.
En segundo lugar -a partir de
crónicas y opiniones vertidas en el posdebate- es de considerar la sobrexposición
mediática de dos candidatas que no dejan nada a la imaginación. Sabiendo cómo
son, lo novedoso extraordinario no tendría lugar. De Xóchitl la diatriba, de
Claudia la frialdad. Eso ya se vio con Fernández de Cevallos y Zedillo Ponce de
León. Xóchitl Fernández, Claudia Zedillo. De no mejorar, el futuro de los
debates se perpetuará como un ejercicio ocioso y cancelable.
Al margen y no menos preocupante.
Lamentable fue la toma autorizada de las instalaciones del INE por parte de la
fuerza pública, de los militares. Pues en qué democracia vivimos, sólo para
proteger a los candidatos ¿De un posible atentado? De quién o quiénes. Acaso la
seguridad se encuentra abatida. Grave reconocerlo si es cierto, grave si se
trató de una demostración de fuerza. Una manera subliminal de convocar a votar
con miedo. Un evento cívico político rigurosamente vigilado. A la próxima
podrían hacer el debate usando la herramienta conocida como teleconferencia. En
la democracia electoral de lo que se trata es estimular la votación. Mal
quedarían las autoridades electorales y los partidos si el abstencionismo
regresa para desairar las urnas.
Pero si se trata de ganar a toda
costa síganle.
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