Lo que espero de la información
periodística, verdad de Perogrullo, es información veraz. Cuando se habla más
del periodista que de lo que informa, entonces la audiencia pierde con ese
cambio. El alma del periodista es su fuente y lo peor que le puede pasar es
perderla. Si así lo decide, el profesional puede exhibir su fuente, aunque
preferiría no hacerlo, sobre todo si está en medio de la disputa política. Bajo
esa circunstancia ocurre la frase salvífica, “sé de buena fuente”. Lo que si
tiene que evitar es la abyección. Recuerdo a una periodista que para salvar el
trabajo le imploró a su jefe “dígame pendeja, pero no traidora”. Se nos olvida
que son mensajeros y de ningún modo sustituto de la sustancia noticiosa,
tampoco protagonistas. Si hay periodistas que consideran que desnudar al poder es
su propósito, pues comiencen por desnudar al llamado Cuarto Poder.
Al final del día estos temas son
distractores del análisis. Cómo no destacar el hallazgo de mañaneras recientes.
El decoro presidencial de no hablar de los partidos y de su partido está algo
vapuleado. La cuestión es que más allá de los desfiguros de la oposición conservadora,
de las diferencias con potentados y jueces, la sucesión se ha colocado en el
centro de la ocupación presidencial. Otra vez AMLO sale a exponer
perfilamientos del proceso de selección de candidatos. El asunto debería estar
claro para la militancia del movimiento y en manos de Mario Delgado y Citlalli
Hernández, junto con la clarividencia de los estatutos. Pero parece no estar
claro y el presidente da su cátedra sobre la elección de congresistas de MORENA,
tal vez porque hay otra onda que habla de convencionistas.
En verdad el cambio en trance es
trascendental. Lograr que el partido en el poder decida desde la ajenidad del
presidente es un atrevimiento superlativo. El presidente se negó la opción de utilizar
al secretario de gobernación para calmar las aguas morenas, quien además es
suspirante, pues no son tiempos del partido único. Ni siquiera Jesús Cuevas
Ramírez podría jugar un papel conductor, aunque algunos lo vean así.
El caso es realizar un proceso
robusto de selección sin la patraña del dedazo o de la línea. Eso quiere decir
no adoptar la descalificación como método y ya van dos. Porque no se trata sólo
de mantener la presidencia de la república, sino de alcanzar la mayoría
absoluta en el legislativo para operar cambios legales que quedarán pendientes.
Tener en perspectiva la actuación
del INE y del TEPJF, su disposición para descarrilar cada paso de MORENA, “haiga
sido como haiga sido”.
Tener en perspectiva que la
llamada revolución de las conciencias no es un estallido, más bien un proceso
que lleva décadas.
Y para que no se confundan, al terminar el actual sexenio ya está decretado el fin del obradorismo por el mismo AMLO, se jubila de la política.
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