No sorprende, es común que se den
divisiones dentro de cualquier partido político. La cuestión es cómo apagar
esas pasiones, más bien, que no se desborden al punto de hacer inviable una
organización política. Más cuando un joven partido ha cosechado triunfos que lo
convierten en la primera fuerza política de un país. Es el caso de MORENA después de la jornada electoral del 6 de junio pasado: 11 gubernaturas que se suman
a las ya en su poder, Morena mantiene presencia mayoritaria en la cámara de diputados
y tiene control en la mayoría de los congresos locales.
El presidente López Obrador se
dice feliz, feliz por los resultados, pero no es el mismo sentimiento de
algunos de sus correligionarios. Hay personalidades que usan lentes distintos
para ver los resultados. Lentes oscuros que oscurecen. Se debió arrasar, poner
candidatos de militancia fundacional. El culpable es Mario Delgado. Artículos y
tuits rencorosos llenan cubetas de escupitajos. Racionalizan su malestar. Si al
cuñado no se le concedió la candidatura a gobernador o si se frustró el acceso
a la dirección nacional. Están los que en el batidillo piensan armar su
candidatura presidencial para el 2024.
Sí, aquí Mario Delgado no ha sido
el elemento central, ni definitorio. Ni tampoco se trata de que sólo es el
trabajo de López Obrador y sus mañaneras. Aquí lo importante y distintivo respecto
a sus antecesores, de Fox para acá, es el gabinete. Lo que se ha mostrado es un
equipo de trabajo realmente coordinado y leal a una jefatura. El presidente no
está solo en la conducción del gobierno (del aparato) De manera sobresaliente
los despachos de la Defensa, Marina, SSPC, Salud, Hacienda, Relaciones
Exteriores y Gobernación. De ahí viene el refrendo.
Lo que no se ve claro es cual es
la discusión al interior de MORENA. Sería una catástrofe la división
irreconciliable del actual partido protagónico de la izquierda. Como darles
facilidades a los fachos.
De vuelta a mis temores. Los escritos de la
cárcel de Antonio Gramsci son una penitencia por los errores de 2018, entre
ellos, el combate de los comunistas a los socialistas en Italia. Mismo error en
Alemania, la absurda disputa entre comunistas y socialdemócratas frente al
avance y ascenso de Hitler. La vergüenza de los desencuentros entre
anarquistas, comunistas y socialistas durante la Segunda República española.
*Odio filial es un tema de
psicoterapeutas, el drama de la aversión o aborrecimiento parental. En gremios,
profesiones y en partidos se da algo parecido. Como es que acopiando
identidades que congregan, suspenden todo aquello que une y dan cauce al encono
que separa.
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