Sumergidos en lo inmediato, el
acontecimiento electoral del 6 de junio es colmado de chanzas y especulaciones
con poco sentido de las perspectivas que se abren para México. El voto
sufragado arroja cifras de una redistribución geográfica del poder político
(sin que por ello nos ocupe el poder económico) a favor de MORENA y su
coalición Juntos haremos historia, al tiempo que afianzan su control en la
cámara de diputados y en más de la mitad de las legislaturas locales.
El quehacer sociológico se queda
corto, por ahora, ante la pregunta ¿Por qué se votó así? La subjetividad es
reacia a encorsetarse en cifras. Sin un proyecto de investigación específico es
difícil figurar cómo fue la toma de decisión. Se podría antojar la indagación del
alcance del programa de vacunación contra el Covid, pero sería una línea dentro
de un ramillete de sugerencias y por región. Dónde influyó, dónde no. Mal
recuerdo, pero el INE pidió que se detuviera la vacunación.
El riesgo es ahogarnos en el acontecimiento
como si el curso del tiempo se detuviera. Estamos a miércoles 9 de junio y el
calendario no se detiene. Las victorias, como las derrotas, no son para
siempre.
Desde la coalición Va por México
no creo que cambien los propósitos de su cerebelo orquestador, Claudio X.G.G. y
Gustavo de Hoyos. La coalición se puede desarticular, cada partido que la
integró tomar distancia, el huevo de la serpiente se puede incubar en el poder
económico. Sería imperdonable perder de vista este detalle. El fracaso
electoral de la derecha inicia planes de destabilización y terror.
Históricamente ése fue el derrotero que siguieron Mussolini, enseguida lo emuló
Hitler y, con el apoyo de éstos, Franco. He sido muy reiterativo en el punto,
pero el fascismo no es una etiqueta, es una formación histórico-política que
produjo millones de víctimas y podemos evitar su repetición. A la apabullante
victoria del Partido Socialista Italiano en 1919 siguió el avance de las Camisas
Negras en Italia; con sus deficiencias, la República de Weimar sucumbió ante el
golpismo de los nazis en Alemania; la Segunda República Española fue contestada
por el golpe de Franco que dio lugar a una terrible guerra civil y la posterior
dictadura.
Desde la coalición Juntos haremos
historia, se tienen mejores condiciones para consolidar la democracia en México,
mejores que hace tres años. Una democracia que no se conforme a los límites administrativos
y normativos. Una democracia gestora del bienestar, defensora de la soberanía
popular. En una democracia consolidada no hay represión sistemática de las
diferencias, ni espacio para la corrupción. Esta perspectiva de la 4T enfrenta
obstáculos varios. Esta coalición no se puede dar el lujo de sucumbir a las
ambiciones personales o de grupo. Las posiciones y el dinero son sus agentes
corruptores. Falta por convencer al poder económico de lo desastroso que
resulta engullirse al poder político, la experiencia neoliberal es una
disuasión para la ocasión. En tercer lugar, la reforma al Poder Judicial tiene
que concluirse. La anulación de esta reforma sería gangrenar la transformación.
Recordemos que es en los jueces donde el poder económico tiene su mejor aliado.
Son las dos sopas.
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