“bajo el manto ideológico del
neoliberalismo, un conjunto de ideas explícitamente dirigido a hacer que la
gente fuera claramente consciente de su propia dependencia estructural, y la de
sus Estados, respecto a los mercados capitalistas. En la práctica esto suponía
que los Estados se comprometieran activamente en ampliar el alcance y
profundizar el significado del «libre comercio», de forma que cada vez facetas
de la vida se quedaran sometidas a las relaciones de mercado y cada vez más
sujetas a la disciplina del libre movimiento del capital entre fronteras
nacionales.”
Leo Panitch y Sam Gindin
Los augures de la catástrofe
están a la expectativa de que el Armagedón se realice, más pronto que tarde,
sobre suelo mexicano. En los tiempos de López Obrador, que no son sus tiempos.
Son los tiempos del mundo globalizado, interconectado, de frágiles equilibrios.
Globalización con una arquitectura financiera que gobierna el mundo.
Globalización que enfrenta desafíos desde el momento en que la gobernanza
financiera no es suficiente para encontrar un modo definitivo para un gobierno
mundial.
El Estado nación no ha
desaparecido, reclama sus créditos soberanos para enfrentar desarreglos
regionales, la disparidad en la distribución del ingreso en la misma Europa, la
persistente y acrecentada desigualdad Norte-Sur. Un mundo que saca chispas al
promover la libre circulación de capitales, de mercancías (Brexit, guerra de
aranceles China-USA) y que se aterra por el fenómeno migratorio. Estos son los
tiempos en los que se desempeña el presidente López Obrador. Él no los escogió,
son una imposición de la historia del siglo XXI.
Lo que sí le resulta propio y de
su voluntad son sus afanes para disminuir las desigualdades entre sus
compatriotas, suprimir sus fuentes. El AMLO de todos conocido, es el mismo que
reconoce los límites, se acoge a la disciplina macroeconómica, a no usar la
carta de las expropiaciones y ofrece respetar contratos. Tampoco le interesa
darle patadas en la espinilla al Estado estadounidense, creador del mundo en
que vivimos.
Ejerciendo los derechos soberanos
de México para atender a las mayorías. En ese nudo que se traba entre lo
nacional y lo global, tenemos un gobierno que se desplaza al filo de la navaja.
Ya no soplan vientos de glamur en el gobierno mexicano, por lo menos se evita airearse
en ellos.
Así, en el filo de la navaja, se
da el rescate del sector energético propiedad de la nación, se enfrenta al
hampa ladrona de combustible, se denuncian contratos que no producen y son un
barril sin fondo. Se asumen riesgos, como el contraído el lunes 13 de mayo al
contratar el refinanciamiento de la deuda de PEMEX con tres bancos
internacionales (HSBC, JP Morgan y Mizuho). Apostando al renacimiento de la
producción de crudo de la empresa y de sus capacidades de refinación.
Alicia Bárcena. Foto de Cristina Rodríguez, Jornada.com.mx 20-05-2018
Una semana después, el lunes 20
de mayo, en el mismo Salón Tesorería del Palacio Nacional, se da a conocer el
plan integral para Centroamérica. Un complejo diseño elaborado por la CEPAL, que
no escatima variables para darle salidas al flujo migratorio que corre hacia el
norte del Continente y que amenaza las capacidades del gobierno mexicano si no
lo rencauza hacia los países de origen. Lo local quiere abrir un horizonte de
avistamiento para la mirada global que se niega a desechar sus anteojeras
neoliberales.
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