“Si el cinismo es conocer el
precio de todo y el valor de nada, los centros de las finanzas mundiales son
criaderos de cinismo.”
Skidelsky & Skidelsky
Hay mundial de futbol en la
Federación Rusa o sólo en Rusia. Dicen que a las campañas políticas el balompié
les ha mermado atención. Aún así, las campañas siguen con distintos registros.
La campaña por tierra de Andrés Manuel López Obrador es incomparable con las
otras campañas en cuanto a desgaste físico. Este esfuerzo le alcanzará,
probablemente. La gente quiere ver y oír a su candidato, sin mediaciones. Para
después decir yo lo vi y oí, a mi no me lo contaron. La originaria comunicación
cara a cara.
Hay dos componentes que
complementan la campaña de AMLO. Uno ha sido su capacidad para dictar agenda,
el pone el tema y alrededor suyo se organiza la discusión pública. El segundo
es su pragmatismo para incluir políticos contrapuestos en el pasado y sumarlos
a su campaña. Lo que no hizo en sus dos postulaciones anteriores. Todavía más,
en abono al atractivo de la propuesta de AMLO, es el único que expresa deseos
por corregir el liberalismo económico extremo. Anaya y Meade no reflejan esa
posibilidad, son el par de sotas en la baraja del Consejo Mexicano de Negocios.
Ricardo Anaya Cortés, el que se
pelea con todos según afirmó Jorge G. Castañeda, se ha subido al ring judicial
que le propuso el PRI. José Antonio Meade Kuribreña continua sin modificar la
atonía de su campaña, parece que sólo le queda recurrir al fraude, como lo han
hecho sus ancestros del partido que tomó en adopción.
En modo alguno se puede asegurar
que esto ya está decidido. La campaña de odio en contra de AMLO y su coalición sigue
encendida. Lo peor que le puede suceder a la amlomanía es arrellanarse en el
sofá de las encuestas y quedarse en casa el día de la votación.
Si queremos que siga aleteando la
esperanza por un cambio en el estado actual de cosas, hay que salir a votar por
AMLO. Dejar en claro el mensaje de condena al mal llamado neoliberalismo.
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