“Cuando el poder económico que no
se presenta a las elecciones, pero que gobierna a lo largo del año y es
reelegido sistemáticamente todos los días, coloniza por completo la política,
la democracia está secuestrada.”
“Desmontar lo anterior para
sustituirlo, no por algo mejor para el común de la gente, sino aprovechando la
oportunidad de llevar a cabo todo lo que las elites deseaban, pero no podían
hacer hasta ahora: alisar todo el espacio a la especulación y la explotación
capitalista.”
Jorge Moruno
Las organizaciones empresariales,
sus dirigentes, han monopolizado la interlocución con el gobierno de turno. Son
consultadas, tienen opinión de peso y pesos que imponen en conversaciones
privadas con los funcionarios del Estado. Conversaciones de cuyo tono y
contenido la ciudadanía jamás es enterada. Las otras corporaciones, las
encuadradas en los sectores campesino y obrero del PRI, han quedado al margen
de las decisiones públicas, su papel histriónico es el de acatar sin chistar.
En estos días de campaña por la
presidencia de la república y a lo largo del año electoral, la voz de las
empresas ocupa el espacio acallando la diversidad de la sociedad civil. Se
dificulta llevar la cuenta de cuántos foros han convocado distintas figuras de
la empresa privada para calar a los candidatos. En contraste, foros auspiciados
por campesinos, obreros y de gremios profesionales, si ocurrieron ya no me
acuerdo. Nada más consideremos el cambio de circunstancia histórica de los
sectores mencionados, pilares del viejo PRI.
El sector agrario está arrinconado
desde que se promulgó la reforma al artículo 27 constitucional en enero de
1992. Sin líderes de alta exposición que encabecen las propuestas campesinas,
no hay uno que tenga mayor relevancia mediática o en la opinión publicada. No
desapareció el ejido, tampoco descollaron empresas ejidales. Más bien, el ejido
se convirtió en una zona de refugio, lo que en otro tiempo el antropólogo
Gonzalo Aguirre Beltrán, conceptuó como característica de las comunidades
indígenas. La propiedad social sigue y bajo acoso de compañías mineras, de
desarrolladores turísticos e inmobiliarios. Las inversiones no han contribuido
a fortalecer a la población rural con una mejor distribución del ingreso. Las
comunidades agrarias, para no desaparecer, tienen que recurrir a la emigración
de sus integrantes o coexistir con las empresas criminales surgidas a partir
del comercio de estupefacientes. El pacto del Estado con los campesinos está
muerto.
Y qué nos dicen los corporativos
de medios acerca de los sindicatos. Principalmente y cuando llegan a abordar el
tema, se refieren a la corrupción de los líderes sindicales. La voz del sector
obrero en esos medios es inexistente, se apagó con el fallecimiento de Fidel Velázquez
a fines del siglo pasado. Acceso a un trabajo estable para alcanzar una
jubilación decente son cosa del pasado. Empleo temporal y mal remunerado es lo
de hoy. Todo ha sido embates en contra del sector, de manera destacada con el
gobierno de Peña Nieto: reforma educativa, reforma energética y reforma laboral
que pasan por encima de los derechos de los trabajadores. El colmo, hacer del
primero de mayo -día internacional del trabajo- un elogio a los empresarios. El
pacto del Estado con los trabajadores está muerto.
En nombre de las inversiones y de
la competitividad se ha destruido la institucionalidad que hilaba el tejido
social. Al final del serial de reformas, México enfrenta tres crisis que han
catapultado la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. La crisis de
representación sectorial, sólo las corporaciones empresariales influyen y hasta
dictan las decisiones del poder político; la crisis de autoridad, la gente no
se identifica con los representantes del Estado, al contrario, puede suceder
que los vea como enemigos por diversas causas: la corrupción, la impunidad, la
inseguridad que convergen en un déficit de justicia; la tercera crisis es
social. Con el absolutismo de mercado se ha profundizado la desigualdad social
y no se ha contenido el deterioro del medio ambiente.
Amén de considerar perfiles,
encuestas, hay que leer la realidad.
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