“Es agotador tener que estar
siempre interpretando las medias palabras de los personajes públicos, presumir
que es falso lo que dicen y tener que construir en terreno desconocido.”
Adela Cortina
Dos horas perdidas. Los
candidatos comunicaron lo de sus spots
y lo que ya ha reportado la prensa. Datos novedosos y alarmantes los de Jaime
Rodríguez Calderón: cortar las manos a los delincuentes y militarizar las
preparatorias. Caray señor Bronco, no haga honor a su apodo, México no es un
Califato, ni una dictadura. Pese a sus terribles defectos, los partidos son
parte de la democracia.
Andrés Manuel López Obrador salió
al debate en plan de administrador de su popularidad. Todos lo atacaron.
Ódienme más, que más me conviene, diría para sus adentros. Asumiendo alto
riesgo, no llevó un plan de contrataque, pudiendo hacer pedazos a sus
adversarios, representantes de la corrupción sistémica que rehúye cualquier
nombre. La saña no es uno de sus defectos. Como el australiano Lionel Rose,
estuvo bailando entre las cuerdas.
Pepe Toño perdió la oportunidad
de acabar con Ricardo Anaya. Eso, de ser ciertas las filtraciones en contra del
queretano que ha prodigado en especial El
Universal. Si la estrategia había sido golpear a Anaya para poner a Meade al
tú por tú con López Obrador ¿Por qué la abandonaron? Se puso a cuestionar tres
propiedades de AMLO. Bien, bravo. Se olvido al Macho que en su paso por la
administración pública federal se esmeró en blanquear la corrupción, una de las
funciones no escritas de todo secretario de estado que se respete. Y no fueron cacahuates.
Ricardo Anaya repartió cates a sus
principales adversarios, pero no los aniquiló. Cartelitos más, cartelitos
menos, siguió al pie de la letra a sus asesores y seguramente quedaron
satisfechos. Y así brilló ¿Por cuánto tiempo? Si se entra en pendencia hay que
ser letal.
Margarita Zavala llegó al evento
sin la compañía de su marido, Felipe Calderón. No obstante, Felipillo estuvo
presente en todas las deposiciones de Margarita. Señora, cuando menos hubiera
tenido la valentía (una de sus palabras favoritas) de señalar una o dos
críticas a la gestión de su marido, se hubiera ganado el aplauso.
Y así pasamos un aburrido debate
entre presidenciables este 22 de abril, para el olvido. Si ya sabemos cómo son,
para qué los vemos.
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