Pues sí, la fórmula “ciudadana”
para mantener al PRI en Los Pinos sigue sin cuajar. José Antonio Meade cada día
tiene que afirmarse más priísta que ciudadano. En la celebración del 89
aniversario del PRI así lo mostró, un priísta en clave mexiquense. Tal vez las
aspiraciones de Meade estarían tonificadas de valor ciudadano de haber aprovechado
ensayar la ruta o promoción de las candidaturas independientes.
La mixtura del no priísta como
abanderado del PRI se mantiene como una propuesta burda, de supuesto ingenio,
de una malicia torpe. Un efecto indeseado de esta apuesta para Meade, de este
mal arreglo, es ponerlo como blanco del fuego amigo, bien parapetado desde las
averiguaciones de la Auditoría Superior de la Federación.
Por su parte, Ricardo Anaya y su
coalición que tampoco termina de cuajar, contó con la asistencia providencial
del gobierno federal, quien indirectamente lo investiga a través de la Procuraduría
General de la República por un asunto de lavado de dinero. Lo ha victimizado
sin fincarle una investigación firme, el ataque en contra de Anaya más bien discurre
en la barandilla de la mediatización.
Lo que se está poniendo a prueba,
lo que se pone a calar, son las fortalezas y debilidades de dos candidatos,
para definir un candidato prescindible y establecer un candidato del régimen ¿Anaya
o Meade? Se busca, con premeditación, la polarización de las elecciones sin
reparar en los costos.
AMLO, mientras tanto, recibe
campaña gratis, así sea esta negativa. Después de alharaquear, sin demostrar,
el apoyo ruso a la candidatura de López Obrador para ondear sin éxito la
bandera nacionalista por parte del PRI, se da un cambio de sentido. Ahora, a
viva voz de Mario Vargas Llosa, se invirtió la fallida indignación que se
reclamaba nacionalista. Bastó la intervención de Mario Vargas Llosa, peruano y
español, para dar por buena la intervención de extranjeros en el proceso
electoral mexicano. El escritor advirtió que votar por AMLO significaría un
suicidio, un retroceso de la democracia. Meade se sumó a la advertencia.
Con descuido de un desinformado, Vargas
Llosa no está enterado de que la democracia mexicana se detuvo e inició su
retroceso el primero de diciembre del año dos mil. Por lo demás, la declaración
del Nobel, prestigiado desde el caudaloso río de la literatura, se desmadró en
palabrería de una contienda política que ni le agrega, ni le resta valor a su
obra literaria. Eso sí, gracias a la falta de diplomacia de Vargas Llosa, éste
le dio eco a la figura de López Obrador. Le hizo campaña en tiempos de
intercampaña.
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